La organización Amnistía Internacional (AI) lanzó hace unas semanas una nueva campaña para generar conciencia sobre la tortura en el mundo, utilizando la imagen de importantes figuras como el cantante Iggy Pop, el diseñador Karl Lagerfeld y el Dalai Lama, quienes aparecen golpeados y magullados.
Sin embargo, la verdadera noticia se dio después, cuando las impactantes fotografías ya le habían dado la vuelta al mundo y se supo que las personalidades no habían dado su aprobación para la campaña, lo que obligó a AI a pedir disculpas y retirar la imagen del Dalai Lama.
En un comunicado difundido en la página de Facebook de Amnistía Internacional Bélgica, la ONG se disculpó por haber generado confusión, aclaró que las frases que aparecen en la campaña nunca fueron pronunciadas por las personas que aparecen en las fotos y anunció que las retirará para concentrarse en lo que en verdad importa: difundir información sobre el uso de tortura.
El objetivo de la iniciativa fue llamar la atención sobre como las personas dirían cualquier cosa para evitar el dolor. Por eso el texto debajo del cartel de Dalai Lama rezaba «Un hombre que no tiene un Rolex a los 50 años ha fallado en la vida», mientras que Iggy Pop afirmaba «Justin Bieber es el futuro del rock» y el elegante Lagerfeld decía «No hay nada más elegante que unas sandalias y una camisa hawaiana». Por supuesto, ninguno de los involucrados haría jamás esas declaraciones.
Según señala AI, muchos gobiernos prohíben la tortura solamente en papel, pero acuden a ella cuando desean obtener información, la cual no es confiable porque «la historia demuestra que las personas torturadas usualmente dirían cualquier cosa para dejar de sentir dolor.» El reporte de la organización respecto a este tema, publicado en mayo pasado, se enfoca en cinco países, incluyendo a México.
En nuestro país, afirma AI, «el gobierno afirma que la tortura es la excepción y no la norma, pero en realidad el abuso por parte de fuerzas de seguridad y de la policía es común y no es castigado.» Como ejemplo propone el caso de Miriam López, una madre que fue secuestrada por soldados en Ensenada y detenida por una semana en su cuartel, donde fue violada, electrocutada y asfixiada hasta confesar crímenes relacionados con las drogas. Han pasado tres años y sus torturadores no han sido llevados a la justicia.