Por: Ismael Higareda
Es grato saber que los temas de Rio + 20, que definen a “Que” ponerle atención prioritaria, temas como seguridad alimentaria, agua, energía, ciudades, empleos verdes, inclusión social, cambio climático, los bosques, biodiversidad, productos químicos, residuos, consumo y producción sostenibles, educación y género, son temas que están integrados en la guía ISO 26000 en Responsabilidad Social; en la agenda de la Comisión Europea (que recientemente redefinió el concepto de responsabilidad social tomando en cuenta ISO 26000), en la Visión 2030 de México y otras iniciativas nacionales e internacionales.
En cada país y organización, el reto es, ¿cómo acelerar la integración del comportamiento ético y el enfoque sustentable en la cultura? A través de proveer responsablemente los medios que guíen a un liderazgo organizacional, en sus actividades y decisiones.
Donde este liderazgo se complemente, al ser delegado y compartido entre las diferentes partes interesadas y su vinculación. En el caso del país, entre los actores sociales (Secretarias de Gobierno, Cámaras, ONG’s, Sindicatos, etc.) y como organización, entre los diferentes departamentos y sus niveles jerárquicos.
Y que este liderazgo, a través de la transparencia y rendición de cuentas (dos de los principios de la ISO 26000), tome propiedad y seguimiento sistemático en adaptar hábitos disciplinados en:
• Lograr una misma visión, una cultura, un sistema que apoye en concientizar e interiorizar la visión de responsabilidad social por nuestros impactos y sus beneficios, al dirigido a los que queremos.
• Priorizar él “QUE” propuesto para Rio +20, sin descuidar los no prioritarios pero indispensables.
• Trascender colaborando en un legado de una mejor sociedad, con una vida digna y de calidad
• Eliminar los costos y actividades que no agregan valor e innovar con los partes interesadas para ser más productivos, logrando disponibilidad de recursos e invertir en la solución y generación de valor.
• Avivar la motivación, a través del desarrollo y satisfacción compartida de intereses y aspiraciones.
El país y las organizaciones no son sus productos, mercados o tecnologías; es su pasión por una visión y misión de servicio, orientada a una cultura de satisfacción compartida de intereses y aspiraciones, es decir, creación de valor compartido que minimiza el estrés y potencia resultados, al enfocarnos continuamente a objetivos claros de prosperidad, de manera responsable, inclusiva y sustentable.
Un país y las organizaciones, tienen una cultura transparente de satisfacción de intereses y aspiraciones compartidas, derivada (entre otros elementos) de la forma en que las personas: Se organizan; Se relacionan e interactúan una con otra; Reúnen e interpretan información; Reflexionan en los impactos y como son parte del problema y la solución; Manejan conflictos y realizan decisiones. Adaptando continuamente roles y responsabilidades, para el buen desempeño y logro del futuro deseado.
Por lo que el liderazgo requiere apoyarse en una estructura de comunicación e interacción, que encause un dialogo activo y escucha con enfoque sistémico, que active la creatividad e innovación colectiva para estabilizar y mantener procesos de manera proactiva y predictiva, mejorando continuamente la auto adaptación y capacidad de respuesta oportuna al entorno, al identificar riesgos y oportunidades que liberan la pasión por lograr la visión creadora de valor compartido, de forma rentable y sustentable.
Por ello, es importante, que el personal y partes interesadas se involucren en el rediseño de las interacciones, con equidad e igualdad de oportunidades de participación en las soluciones, al mismo tiempo que amplían la percepción de la realidad, los actualiza, los concientiza, los desarrolla y se gestiona el capital intelectual, la tecnología y la implementación del aprendizaje colectivo. Que al rendir cuentas por sus compromisos, se responsabilizan por la parte en que cada quien contribuye.
Este involucramiento, es un impulsor emocional, que conecta a valores y una actitud de compromiso, por integrar en nuestras actividades y decisiones, el equiparar los objetivos del país o de la organización con los intereses y expectativas de las partes interesadas y de la sociedad en lo económico, ambiental y social; equilibrando el cumplimiento de nuestros roles y responsabilidades, no solo en lo laboral, sino también en lo personal, en lo familiar y como ciudadano; que respete al menos sus derechos humanos básicos en sus necesidades y encuentren soluciones a sus intereses y aspiraciones.
Recordemos que un país u organizaciones no son sus tareas y objetivos; un país y organizaciones tiene tareas y objetivos. El país y las organizaciones no es solo su gente; es el fortalecimiento de la capacidad del capital humano e intelectual de su gente. El país y las organizaciones no son el conocimiento y aplicación de herramientas Esbeltas (Lean), ISO’s, 5’S, Coaching, Pacto Mundial, GRI, A1000, etc.; sino la gestión integrada de estas herramientas orientadas a resultados deseados de valor compartido.
Donde la forma de generar ese valor compartido, es el resultado de un liderazgo y dialogo emocionalmente inteligente, por medio de un comportamiento ético y responsable, en la medición de los riesgos y definición de planes de contingencias que se traduzcan en organizaciones resilientes, que por ende serán adaptables a los nuevos desafíos y capitalización de oportunidades de servir, creando valor compartido, en el cumplimiento de la visión, que plantea el paradigma de la sustentabilidad.
Agradezco la revisión de este artículo a Aleandra Scafati de la organización ecomujeres.
Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.