Ayer la senadora del PRI María del Socorro García Quiroz, miembro de la Comisión de Salud del Senado, dio a conocer que el titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) dejará su cargo.
Sabemos por fuentes del propio organismo que la salida del comisionado federal se hará efectiva este próximo 28 de febrero y las mismas fuentes me aseguran que Miguel Ángel Toscano fue cesado de su cargo por quien lo designó, el Presidente de la República.
En este mismo sentido ayer por la tarde una nota publicada en el portal de El Universal atribuía la salida de Toscano “a que durante su gestión de tres años y medio al frente de la Cofepris se enfrentó con diversos sectores, entre ellos el farmacéutico y el empresarial”.
Ambas son versiones que probablemente se queden en eso, en versiones. Seguramente en unas cuantas horas o días más la Secretaría de Salud —de quien depende orgánicamente la Cofepris— dará a conocer en un boletín de prensa que efectivamente Miguel Ángel Toscano ha renunciado a su cargo, porque es la costumbre que los funcionarios que dejan la administración pública asuman oficialmente que son ellos los que renuncian.
Así que lo más probable es que no sabremos, vía boletín oficial, si Toscano renunció o efectivamente lo despidieron. Eso quedará para las versiones off the record.
Pero ello no invalida la pregunta de fondo. ¿Acaso Miguen Ángel Toscano saldrá de la titularidad de la Cofepris por presiones del poderoso sector farmacéutico al que regula y controla por ley?
La respuesta no la tengo, pero es preocupante el solo hecho de intuir que un regulador es destituido —o forzado a renunciar, como sea— por presiones de quienes son regulados. Las presiones no son novedad, son naturales y ocurren todo el tiempo por igual en telecomunicaciones como en la banca. El punto es si el gobierno ya ha claudicado ante ellas a tal grado de entregar la cabeza del regulador en una charola de plata.
Pero hay algo más con la Cofepris que nos incumbe a todos. Es un órgano creado para proteger nuestra salud de intereses particulares que atenten en contra de ella; desde traficantes de órganos, pasando por empresas farmacéuticas, hasta efectos nocivos en el medio ambiente.
Por eso importan las explicaciones en este caso.
Fuente: Milenio Diario, Negocios, p. 17.
Columnista: Samuel García (El Observador).
Publicada: 23 de febrero de 2011.
Interesante el artículo sobre el seguro despido del Lic. Toscano. Yo creo que lo estaba haciendo bien y que tuvo los arrestos para enfrentar a una industria tan corrupta como la farmaceútica. Me dicen mis amigos que la gota que derramó el vaso fue el ataque a los productos de Genoma Lab, a los que Toscano llamó productos «milagro» que cuestan una fortuna y no sólo no curan sino que crean mayores problemas. Poco antes de enterarme de su inminente salida de Cofepris, le envié una carta felicitándolo y poniéndome a sus órdenes para trabajar en la legislación en materia de publicidad que tanto necesitamos. La gran mayoría de los comerciales que pasan los medios son «engañosos» y en México no hay, como en los EUA corresponsabilidad de medios y anunciante.
Mi más sincero pésame a Ciro Gómez Leyva por la muerte de su mamá.
Saludos.