Cada vez más personas, en México y en el mundo, eligen productos orgánicos para su alimentación. Sin embargo, muchos se preguntan por qué estos pueden ser hasta 30 % más costosos que los convencionales ¿Se trata de una moda? ¿Vale la pena pagar por ellos?
Los alimentos cultivados o producidos de manera orgánica, sin plaguicidas, hormonas ni fertilizantes químicos, tienen grandes ventajas para el ambiente, y, según varios estudios, para la salud humana. Aunque algunas investigaciones recientemente indicaron que son iguales de nutritivos que los que pueden encontrarse en cualquier supermercado, otras –como la realizada por la organización Quality Low Input Food (QLF) durante cuatro años, impulsada por 15 países y financiada por la Unión Europea– mostraron que frutas, hortalizas y productos cárnicos orgánicos contienen niveles mayores de vitaminas y minerales que los producidos por medios tradicionales. Otro estudio de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, probó que el trigo, el jitomate, la papa, las coles, las cebollas y las lechugas orgánicas presentaban entre 20 y 40 % más de fitonutrientes que sus pares comunes. Los niveles de antioxidantes encontrados en la leche orgánica, por su parte, superaban entre 50 y 80 % al lácteo de las granjas convencionales.
De todas maneras, no es el hecho de que sean más alimenticios lo que eleva los costos, sino algunas peculiaridades en su producción. Para producir la leche convencional, por ejemplo, la industria utiliza la hormona recombinante de crecimiento bovino (rBGH) (prohibida en la Unión Europea, Japón, Australia y Canadá, debido a que causa problemas de salud animal y humana), lo que aumenta 20 % la producción de leche. Los productores orgánicos no cuentan con esta “ayuda extra”, y por lo tanto, sus costos son mayores. El ganado que crece en forma orgánica se alimenta de pastos en lugar de granos, lo que hace más lento y costoso su crecimiento y engorda.
La agricultura orgánica es más cara por-que considera la sostenibilidad a largo plazo. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) explica que este tipo de cultivos “Se propone producir alimentos a la vez que se establece un equilibrio ecológico para proteger la fertilidad del suelo o evitar problemas de plagas”. Para ello, son fundamentales las prácticas de enriquecimiento de los suelos, la rotación de cultivos, los fertilizantes orgánicos –en lugar de los químicos más baratos y rápidos– y la labranza mínima, que benefician a la fauna y la flora del lugar y mejoran la estructura de la tierra, propiciando sistemas más estables. Los métodos son entonces más lentos, con cosechas mucho más pequeñas que las logradas con agricultura tradicional, requieren una mayor mano de obra por unidad de producción. Los precios de los alimentos orgánicos comprenden, además del costo del alimento en sí, la protección del medio ambiente, un mayor bienestar para los animales, la eliminación de riesgos de salud para los agricultores por la manipulación inadecuada de plaguicidas, y el desarrollo rural mediante la creación de más empleos que aseguren un ingreso justo para los productores.
Fuente: Equilibrio, p. 28.
Reportera: Ágata Székely.
Publicada: Marzo de 2011.