Por: Emilio Guerra Díaz
La Alianza Mexicana de Voluntariado fue invitada a participar en el I Foro de Voluntariado que organizó este jueves 14 de agosto Ezer La Casa del Voluntariado de Chihuahua.
Dentro de la Conferencia que impartimos intitulada: «Hacia un Voluntariado inspirador, transformador y eficaz” abordamos los rasgos que un coordinador de voluntariado puede adoptar para lograr ese fin.
Sin embargo también se compartió con el auditorio las 10 aberraciones en torno a las funciones y responsabilidades que caracterizan las malas prácticas sobre el papel que podrían desempeñar los voluntarios.
Estas son:
1.- Voluntarios para todo.
Ya en este espacio fue publicado un artículo especial pero basta señalar que una práctica aberrante respecto a convocar voluntarios consiste en esperar que ellos realicen todo tipo de actividades, que sean multiusos, o bien, que sustituyan al personal pagado para ahorro de la organización y en cambio se resuelvan todas las responsabilidades administrativas y operativas con el aporte voluntario. Esto definitivamente no es posible porque existen metas y objetivos que se debe exigir en su cumplimiento razón por la que se paga un sueldo.
2.- Que los voluntarios le digan a la organización qué van a hacer.
Esta es una práctica común de programas y coordinadores que se encuentran asfixiados para detenerse y tomar el tiempo necesario para elaborar perfiles de puesto y le piden al potencial voluntario que defina qué puede hacer él por la organización. Resulta riesgoso abrir las puertas porque a personas que determinen en que actividades desean participar. El Coordinador debe ser capaz de señalar en qué áreas se requiere servicio voluntario y luego aceptar a las personas que cumplan un perfil para las actividades correspondientes.
3.- Mano de obra barata.
Quizá es una de las peores actitudes de una organización o un coordinador de voluntariado pensar que los voluntarios son fuerza de trabajo gratuita o de bajo costo. Esa actitud es sin duda una oportunidad para abusar de ellos.
4.- “Usar voluntarios”.
La ética nos señala que a las personas no se les usa. Más bien la actitud y el lenguaje adecuado de un coordinador deber referirse a convocar voluntarios, apoyarse en voluntarios, recibir servicio voluntario, etc. Ninguna persona estima que es bien tratada si se le “usa”. Una variante en la actitud de una mala práctica es “primo hermana” de aquella: referirse a “Mis voluntarios”. Las personas no son propiedad de nadie. Un coordinador novel y poco profesional de un voluntariado alardea y vocifera esa frase con frecuencia.
5.- Responsabilizar al voluntario de todo un proceso.
Lo hemos señalado en “Ciudadanía en Construcción”. Los voluntarios deben sólo colaborar en partes del todo y no atribuirles responsabilidades que no les competen. Si una actividad voluntaria trasciende en Temporalidad, intensidad y responsabilidad, entonces se debe abrir una posición asalariada.
6.- Se espera que los voluntarios “se comprometan” o bien su variable: “que se pongan la camiseta”.
Es responsabilidad del coordinador y la organización despertar el compromiso de las personas. También invertir en acciones que refuercen la aportación que cada quien hace a través del servicio voluntario para que se sientan útiles y comprendan su aporte. De esta manera al estar satisfechos va desarrollándose el compromiso.
7.- Pensar que el voluntario sólo tiene deberes.
No, el voluntario también tiene derechos y a menudo las malas prácticas se distinguen por perder voluntarios porque nadie les informa qué se logró, para qué sirvió su contribución y mucho menos se refuerza al grupo. La organización podría hacer explícitos los derechos que tienen.
8.- No agradecer su aportación.
Con ello también los voluntarios se van. Tienen el derecho a que su colaboración voluntaria sea reconocida. Las buenas prácticas en gerenciamiento desarrollan una actitud de agradecimiento permanente y se apoyan en el agradecimiento para reafirmar la vocación de ayuda y servicio para que permanezcan en la organización.
9.- Dar por entendida la comunicación con los voluntarios.
Quienes ya colaboran en una organización filantrópica estiman que los voluntarios intuyen o deducen muchas de sus responsabilidad y esto no es totalmente cierto. La comunicación con ellos debe ser explícita, retroalimentada y verificada para que exista una adecuada coordinación. También debe aprender a escucharlos e integrar las observaciones que hacen para mejorar el sistema de gestión del recurso humano, pero también para ser más efectivos en la comunidad.
10.- Dejar de capacitarlos y no saber qué intereses tienen.
Un coordinador de voluntarios yerra cada vez que se olvida invertir tiempo y recursos para velar por el crecimiento y desarrollo tanto del grupo como el de cada integrante. La organización periódicamente debe capacitar, preparar y actualizar a sus voluntarios. Un buen coordinador está al tanto de las aspiraciones y deseos de superación y desarrolla la habilidad de alinear esas intenciones con los propósitos institucionales. Un coordinador efectivo refuerza periódicamente el desempeño del equipo.
Finalmente, como se observa con estos 10 malentendidos, la gerencia eficaz debe de desterrar las ocurrencias, las improvisaciones y los estilos de liderazgo tipo “jefe” donde a menudo reinan estilos de exigencia.
Sí desea recibir orientación y asesoría sobre cómo crear, desarrollar o potenciar su programa de voluntariado contacte a la Alianza Mexicana de Voluntariados a [email protected] o llame al teléfono: 01 (55) 5514 3038.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
