Mtra. Mónica Paola Gudiño Espinosa. Académica Universidad Anáhuac
Actualmente, miles de personas alrededor del mundo se ven afectadas por conflictos que viven dentro de su país. Mujeres, niños y hombres en diferentes situaciones de vulnerabilidad, se ven obligadas a huir de sus hogares y escapar hacia un futuro incierto.
La comunidad latina no es un caso aislado, pues en intentos de trasladarse a otros países, este año han fallecido en América un total de 514 personas, aumentando en un 33% respecto al mismo periodo del 2018. Sobresale una importante alza en muertes con nacionalidad venezolana, siendo el país con mayor número de víctimas, seguida por Haití, Guatemala y Honduras; informó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En meses recientes en México, aumentó significativamente el ingreso ilegal de personas de Centroamérica -especialmente de Honduras, El Salvador y Guatemala- para migrar a Estados Unidos, huyendo de crisis económicas y de la inseguridad que se vive en la región, llegando a cifras nunca antes vistas: 300,000 en el primer trimestre de 2019 -según fuentes oficiales- provocando una crisis humanitaria.
La necesidad de una participación internacional es innegable. La Asistencia Humanitaria es toda aquella que se le brinda a víctimas directas o indirectas de conflictos armados internacionales, internos u otros tipos de violencia que ubican a la población en situaciones de crisis. Humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia son sus cuatro principales regímenes teniendo su fundamento en el Derecho Internacional Humanitario. Éste último, posee un papel primordial en la cooperación entre naciones, pues es considerado garantía de seguridad y dignidad de los afectados en tiempos de conflicto sin ningún tipo de discriminación racial, social, política o creencia religiosa. Como señala la Organización Internacional para las Migraciones “la migración debe ser una opción y no una necesidad” como lamentablemente se ha convertido en diferentes regiones del mundo.
Buscar tener una vida mejor, libre de extorsiones, sin violencia, con un empleo honrado y remunerado, son derechos humanos a los que todos debemos tener acceso para desarrollarnos; sin embargo, en algunos lugares de Centroamérica y de nuestro propio país las malas circunstancias causadas por el crimen organizado, la pobreza y la falta de oportunidades hacen que las personas se vean obligadas a migrar.
Gran parte de la sociedad mexicana considera que los mexicanos que emigran a Estados Unidos son personas honestas, responsables y trabajadoras, que viven con grandes sacrificios para poder enviar dinero a sus familiares que se quedan en México, y que son perseguidas desde que Donald Trump asumió la presidencia de aquel país. Pero, cuando se trata de los migrantes centroamericanos no se comparte esa opinión, por el contrario, son objeto de miles de comentarios xenófobos y de algunas expresiones –o exigencias- donde se les pide regresar a sus países porque no se les quiere en México, porque tenemos suficientes problemas internos como para que ellos provoquen más, porque los recursos que gasta el gobierno mexicano para brindarles asistencia humanitaria se usarían de mejor manera cubriendo otras necesidades que tienen los mexicanos más desfavorecidos.
Sin embargo, como humanidad se nos está olvidando lo más importante: antes de saber leer, escribir, hablar, caminar, correr, tener la piel clara u obscura, de estatura regular o pequeña, ser delgado o tener kilos de más, ser sano o tener una enfermedad, tengamos discapacidad o no, seamos hábiles o no tanto, casad@s, divorciad@s, viud@s, madres o padres, terrestres, europeos, asiáticos, africanos, americanos, latinos, centroamericanos o mexicanos somos PERSONAS y por ese GRAN ACONTECIMIENTO tenemos derechos y como lo señala el artículo 29 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos tenemos deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella podemos desarrollarnos libre y plenamente; y el único límite que todos tenemos es asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás.
Desde el año 2008, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 19 de agosto como “El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria”, el cual, además de conmemorar el sacrificio de los trabajadores y voluntarios que asisten e incluso arriesgan sus vidas llevando apoyo a personas afectadas por las diferentes crisis, busca sensibilizar sobre las necesidades humanas presentes y la importancia de una colaboración internacional. Hoy, el mundo nos hace un llamado para colaborar con la comunidad más importante a la que todos pertenecemos: la comunidad humana.
Comunicado de prensa.