En todos lados escuchamos la palabra «patriarcado» y nos dicen que es una estructura de poder, arraigada en la mayoría de las sociedades a lo largo del tiempo, y que influye profundamente en las relaciones, roles de género y oportunidades para hombres y mujeres. Pero ¿tú conoces ejemplos de patriarcado?
Quizá no lo hayas notado, pero este sistema está presente cualquier lugar al que mires, pero antes de mostrarte algunos ejemplos, veamos de dónde viene el término y cuáles son sus implicaciones en la vida cotidiana.
¿Qué es el patriarcado?
El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales basadas en el sexo y la política, establecido por los hombres. Este sistema histórico y social oprime a las mujeres, se apropia de su fuerza productiva y reproductiva, y busca cambiarlo hacia un modelo social más justo e igualitario, según los estudios feministas
El patriarcado, en su sentido literal, significa «gobierno de los padres». En la historia, este término describe una organización social donde la autoridad recae en el hombre, el jefe de familia, que controla tanto el patrimonio como a los miembros de la familia, incluyendo hijos, esposa, esclavos y bienes.
Este concepto ha sido objeto de debates a lo largo de la historia y resurgió en el siglo XX con el movimiento feminista de los años sesenta. Las feministas buscaron entender y explicar la opresión y dominación de las mujeres, así como trabajar hacia su liberación.
El patriarcado se manifiesta en diversas formas a lo largo de la historia y en diferentes regiones, estructurándose en instituciones tanto públicas como privadas, desde la familia hasta la sociedad en general. Implica relaciones sociales de parentesco, instituciones como la heterosexualidad obligatoria, así como relaciones de poder entre hombres y mujeres basadas en el sexo.
Ejemplos de patriarcado
1. Brecha salarial
Uno de los ejemplos de patriarcado más conocidos y más debatidos es la brecha salarial, que es un porcentaje que resulta de comparar los salarios de hombres y mujeres. Se calcula dividiendo la diferencia entre los salarios de ambos géneros entre el salario de los hombres. Sin embargo, es crucial considerar el salario total, incluyendo:
- Complementos salariales.
- Impuestos.
- Aportaciones al seguro social.
Además, se deben comparar cantidades equivalentes, como el salario a tiempo completo o por hora trabajada. Asimismo, la brecha salarial puede analizarse a nivel nacional, organizacional o incluso para personas que ocupan el mismo puesto, revelando disparidades que pueden asociarse al mercado laboral, la regulación laboral, la estructura organizacional o la segregación vertical en el ámbito laboral.
2. Estereotipos de género
Los estereotipos de género son ideas generalizadas o preconcebidas sobre las características, roles o atributos que se espera que hombres y mujeres tengan o desempeñen en la sociedad. Estos estereotipos pueden ser perjudiciales al limitar la capacidad de las personas para desarrollar sus capacidades personales, seguir carreras profesionales o tomar decisiones sobre sus vidas. Pueden manifestarse de manera abiertamente hostil o aparentemente benigna, pero, en ambos casos, perpetúan desigualdades.
3. Falta de representación en la política
La escasa representación política de las mujeres es otro de los grandes ejemplos de patriarcado porque evidencia un desequilibrio significativo en el poder y la toma de decisiones a nivel gubernamental. Muestra de ello es que solo el 26.5% de los puestos parlamentarios nacionales están ocupados por mujeres a nivel mundial. Además, en los cuerpos deliberativos nacionales, las mujeres constituyen apenas el 35.5% de los representantes.
Este favorecimiento al liderazgo masculino se debe a la falta de igualdad de oportunidades, sumada a la influencia de estereotipos de género arraigados. Lo cual afecta negativamente la representación de los intereses de las mujeres en la esfera pública.
4. Heterosexualidad obligatoria
La heterosexualidad obligatoria, debatida por feministas como Monique Wittig y Adrienne Rich, no se limita a ser una expresión de deseos erótico-sexuales, sino que implica una estructura de poder que establece a la heterosexualidad como el modo de vida natural y saludable, considerando cualquier desviación de este estándar como «enfermedad» y aberración.
Además, este sistema afecta a las mujeres de diversas maneras, generando impactos negativos en su autonomía, desarrollo personal y participación en la sociedad. Puesto que refuerza roles de género tradicionales, relegando a las mujeres a roles de cuidado, reproducción y satisfacción de los deseos masculinos.
Pero ¿por qué es «obligatoria»? Porque, al concebir la heterosexualidad como lo «natural», las mujeres pueden sentir presión para conformarse a las expectativas heteronormativas, incluso si sus deseos y orientaciones sexuales difieren. Esta presión puede limitar la expresión auténtica de su identidad y conducir a una falta de aceptación personal.
5. División sexual del trabajo
La división sexual del trabajo, al asignar roles específicos a hombres y mujeres basados en estereotipos de género, es un claro ejemplo de patriarcado. Puesto que se asigna a los hombres el trabajo productivo en el espacio público, mientras que a las mujeres se les designa el trabajo de reproducción en el espacio privado.
Esto conlleva a la desvalorización del trabajo doméstico y de cuidados, mayormente realizado por mujeres, reflejándose en la falta de reconocimiento y remuneración. Incluso al incorporarse al ámbito laboral público, enfrentan dobles jornadas de trabajo, porque realizan tareas en ambos espacios.
6. Maternidad obligada
La maternidad obligada es un constructo social que impone a las mujeres la idea de que su felicidad y realización personal están intrínsecamente ligadas a la maternidad. Desde la infancia, las niñas son socializadas con juguetes y roles que refuerzan la noción de que ser madre es su destino natural. Por lo que afecta profundamente a las mujeres al internalizar la idea de que no ser madres las deja incompletas.
Además, se debe destacar que esta presión cultural se ejerce de manera desigual, ya que los hombres rara vez enfrentan el mismo escrutinio sobre su decisión de ser padres. En cambio, la maternidad obligada crea una carga emocional y social, llevando a las mujeres a tomar decisiones basadas en expectativas externas en lugar de sus verdaderos deseos y prioridades.
7. Matrimonio infantil y forzado
El matrimonio infantil y forzado constituye una violación sistemática de los derechos humanos, principalmente dirigida contra mujeres y niñas, por lo que es claramente un ejemplo de patriarcado. Con más de 650 millones de mujeres que se casaron siendo niñas y al menos 12 millones de matrimonios infantiles anuales, esta práctica refleja la opresión arraigada en estructuras patriarcales.
Las consecuencias de esta práctica, que incluyen interrupciones educativas, vulnerabilidad a la violencia y tasas elevadas de morbilidad y mortalidad materna, afectan directamente la vida y el futuro de las mujeres y niñas. A pesar de los esfuerzos para combatirlo, la prevalencia sigue siendo alta, particularmente en regiones como el África subsahariana, Asia meridional y algunas regiones de América.
8. Acoso callejero
El acoso callejero es una forma de violencia que afecta principalmente a mujeres y niñas. Se manifiesta en el espacio público, generalmente por parte de desconocidos, y suele tener connotaciones sexuales. Esta forma de violencia incluye:
- Comentarios incómodos.
- Silbidos.
- Tocamientos.
- Seguimientos o persecuciones.
- Toma de fotografías o videos sin consentimiento.
Las consecuencias del acoso callejero van más allá de lo inmediato; a nivel psicológico, puede causar crisis de ansiedad, estrés postraumático y paranoia. Además, las mujeres a menudo deben cambiar sus rutinas y comportamientos, limitando su movilidad y afectando su participación en la educación, el trabajo y la vida pública.
Este fenómeno está arraigado en un sistema cultural que históricamente ha asignado a las mujeres al espacio privado y a los hombres al público, perpetuando la dominación sobre los cuerpos femeninos y restringiendo su libertad. Por lo que es esencial abordar el acoso callejero para garantizar espacios públicos seguros y libres de violencia.
9. Efecto Matilda
Acuñado por la historiadora científica Margaret W. Rossiter en honor a Matilda Joslyn Gage, una sufragista del siglo XIX, el «Efecto Matilda» resalta la falta de reconocimiento y visibilidad de las mujeres científicas, así como la atribución indebida de su trabajo a colegas masculinos. Por lo que es uno de los ejemplos de patriarcado menos conocidos.
Para ilustrar, Rosalind Franklin, una química británica cuyo trabajo crucial en la elucidación de la estructura del ADN fue eclipsado. A pesar de sus contribuciones fundamentales, la presentación de los descubrimientos de la estructura del ADN por James Watson y Francis Crick en 1953 no incluyó el papel de Franklin de manera adecuada.
Otra muestra de ello es el caso de Jocelyn Bell Burnell, una astrofísica británica que descubrió los púlsares en 1967 durante su investigación de doctorado. Aunque su trabajo fue crucial para el descubrimiento, el premio Nobel de Física se otorgó solo a sus supervisores masculinos, Antony Hewish y Martin Ryle.
10. Desigualdad en la educación
La desigualdad de género en la educación persiste a pesar del acceso aparentemente igualitario de niñas y niños a la escuela. Aunque se ha avanzado en la matriculación, las tasas de finalización de estudios primarios y secundarios presentan disparidades, especialmente en países de bajos ingresos.
Además, la aparente paridad en la educación superior no se traduce en mejores resultados laborales ni en la superación de brechas de género y responsabilidades familiares. Puesto que factores como prejuicios de género, empobrecimiento, violencias, matrimonio infantil y la pandemia contribuyen a perpetuar estas desigualdades.
11. Violencia doméstica
La violencia doméstica es uno de los claros ejemplos de patriarcado porque implica un desequilibrio de poder y control en una relación íntima, generalmente dirigido hacia las mujeres. En una relación violenta, el agresor utiliza diferentes formas de abuso, como emocional, sexual y físico, para controlar a su pareja. Esto con el fin de limitar su acceso a recursos, como trabajo o educación, y manipular aspectos de su vida diaria.
12. Cultura de la violación
La cultura de la violación es un conjunto de creencias, actitudes y prácticas sociales que normalizan y justifican la violencia sexual. Se arraiga en las desigualdades de género y se manifiesta a través de la objetivación de las mujeres, la cosificación sexual, la culpabilización de las víctimas y la tolerancia hacia comportamientos agresivos. Esta cultura permea diversos aspectos de la sociedad, desde el lenguaje y los medios de comunicación hasta las estructuras institucionales.
Al explorar varios ejemplos de patriarcado, porque claramente hay más, hemos destapado capas complejas de desigualdad arraigada en diversas esferas de la vida. Desde la discriminación en el ámbito laboral hasta la violencia de género y la desigualdad educativa, estas manifestaciones requieren una atención crítica y un esfuerzo colectivo para desmantelar las estructuras que las sostienen.
La conciencia es el primer paso hacia el cambio, y al examinar detenidamente estos ejemplos, esperamos haber contribuido a una comprensión más profunda de la urgencia de desafiar y transformar las normas patriarcales. En la búsqueda de una sociedad más equitativa, cada historia compartida y cada voz elevada son herramientas poderosas para desafiar y cambiar el statu quo.