De acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), un tercio de los alimentos alrededor del mundo se desperdician. Esto es equivalente a mil 300 millones de toneladas al año que se pierden desde la cadena de producción agrícola hasta los hogares.
Además de la pérdida de alimento, este hecho a su vez representa un desperdicio de recursos como agua, energía e insumos para la industria alimentaria, uno de los sectores que presenta mayor crecimiento en México. Se estima que para 2020 incremente 4.3%.
Tras este panorama, cada vez más compañías buscan formas de optimizar sus recursos e implementar el modelo de economía circular. Un ejemplo de ello es Veolia, referente en el manejo responsable de residuos, agua y energía para las industrias y ciudades, que actualmente transforma residuos orgánicos generados por el sector alimenticio en Sydney y Melbourne en Australia.
Las instalaciones ubicadas en ambas ciudades australianas producen energía renovable y composta. La planta de Melbourne es la única instalación metropolitana con licencia de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) (por sus siglas en inglés, Environmental Protection Agency) para procesar desechos alimentarios. Desde el 2000 convierte los residuos orgánicos provenientes del campo y alimentos, en productos para la mejora del suelo. De esta manera se crea un ciclo en el que se aprovecha lo máximo de los recursos.
Para contribuir a la preservación y renovación de los recursos, Veolia, comparte 12 maneras para que ciudadanos e industrias le den una segunda vida a los residuos orgánicos:
- La verdura maltratada, rabos de vegetales o sobras, pueden reutilizarse en restaurantes sustentables.
- Los residuos orgánicos marinos (algas y sus derivados) pueden usarse como fertilizante.
- Las fibras en la piel de pescado y la cáscara de la piña pueden transformarse en cuero de alta calidad para hacer zapatos y bolsos.
- Los cascarones de huevo y la piel del tomate se utilizan para elaborar llantas.
- La cáscara de los camarones puede transformarse en bio-plástico, material que ayuda a reducir la huella de carbono.
- El micelio, red de fibras finas que los hongos forman bajo la tierra, se usa para hacer ladrillo, resistente al fuego, agua y al moho.
- Los residuos orgánicos urbanos generan biogás. Tal es el caso de la ciudad de Querétaro cuya energía para el alumbrado público proviene de la basura del relleno sanitario de la localidad, operado por la franco-mexicana.
- Las cáscaras de papa pueden transformarse en paneles acústicos, los cuales absorben los reflejos del sonido, regulan la humedad y la temperatura en los interiores creando un espacio cómodo y sano para los oídos.
- El aceite de cocina se reutiliza como biodiesel para algunos vehículos.
- El desecho del tomate, derivado de aquellos con manchas o los que están en mal estado, se usa para producir electricidad de bajo costo.
- Los residuos de la fruta pueden utilizarse para hacer bálsamo para labios.
- Los desechos generados en la industria de alimentos pueden ser usados como moléculas químicas.
Comunicado de Prensa