Los líderes empresariales de más de 150 compañías han pedido a la Unión Europea que se comprometa a establecer objetivos climáticos más estrictos, instando a los responsables políticos a adoptar un objetivo para 2030 para reducir las emisiones en un 55% respecto a los niveles de 1990 en una carta abierta dirigida a la Comisión Europea.
La intervención de una serie de empresas de alto perfil, entre ellas Microsoft, Unilever, IKEA, Apple y Google, se produce en el momento en que la Comisión se reúne para discutir las propuestas de un nuevo objetivo de emisiones para 2030.
En la carta, los directores generales de una amplia gama de sectores, entre ellos:
- La industria manufacturera.
- La industria pesada.
- Las finanzas.
- Los bienes de consumo.
- La energía.
- La tecnología.
Se comprometen a colaborar con la Unión Europea para lograr una economía más sostenible, al tiempo que expresan su apoyo al objetivo del 55%.
Lo que necesitamos ver urgentemente a continuación es una aplicación enérgica del conjunto de medidas de recuperación centrada en el logro de una transición ecológica y digital, con el Acuerdo Verde Europeo como eje central y un elevado objetivo de reducción de las emisiones a corto plazo en la mira.
Cita de la carta firmada por 157 dirigentes empresariales y 21 redes comerciales.
Coordinada por el órgano intersectorial European Corporate Leaders Group, la carta fue entregada en asociación con una serie de grupos empresariales conscientes del clima, entre ellos:
- Business Ambition for 1.5C.
- La Coalición Empresarial We Mean.
- Carbon Disclosure Group.
- El Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible.
El objetivo de la carta
En ella se pide a la Comisión que intensifique su actual objetivo para 2030 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del 40% al 55% propuesto en el marco del conjunto de medidas previstas por la Unión Europea para el Nuevo Pacto Verde.
También insta a los dirigentes de la UE a incorporar el objetivo en los planes de recuperación de la pandemia por COVID-19, que podrían utilizarse para proporcionar un marco estable para las inversiones verdes necesarias para alcanzar la neutralidad climática.
Las decisiones correctas ahora pueden ayudar a crear y proteger comunidades sanas, prósperas y justas así como asegurar una trayectoria para una economía más sana.
Desde la perspectiva de las empresas y los inversores, es esencial que haya claridad en la vía de la transición neta cero y en los calendarios de cada sector, así como una política que permita realizar inversiones sustanciales en soluciones neutras en materia de carbono. Esto, a su vez, nos daría la confianza necesaria para invertir de manera decisiva al ritmo y a la escala necesaria para reducir las emisiones, crear empleos verdes decentes, impulsar la innovación y acelerar la reconstrucción de una economía resistente de cero emisiones de carbono.
Carta abierta
Publicado el pasado mes de diciembre, el Nuevo Acuerdo Verde de la UE proponía una transformación radical de la economía del bloque comercial en los próximos 30 años, descarbonizando el continente al tiempo que se creaba una franja de empleos verdes en nuevas industrias de bajo carbono.
Uno de los principales pasos hacia el objetivo de emisiones netas cero a largo plazo fue el fortalecimiento de las anteriores ambiciones de reducción de las emisiones, incluido el aumento de la meta de 2030 al 55%, antes de alinear toda la política relacionada con el clima con el nuevo objetivo de 2030 en el verano de 2021. La decisión de integrar o no el objetivo más ambicioso debía tomarse este verano, pero se retrasó debido a la pandemia por COVID-19.
Muchos de los gobiernos más influyentes del bloque han manifestado su apoyo al paquete del Nuevo Acuerdo Verde y a un ritmo más rápido de descarbonización, y tanto Francia como Alemania han presentado recientemente nuevos paquetes de recuperación verde de varios miles de millones de euros.
Sin embargo, los intentos anteriores de fortalecer los objetivos de emisiones legalmente vinculantes del bloque se han visto frustrados por la oposición de varios grupos industriales y Estados de Europa oriental, que tienden a depender más de la energía del carbón que sus vecinos occidentales.
