Las llantas de los 4.5 millones de vehículos registrados en la Ciudad de México son cambiadas aproximadamente cada tres años, pero en su mayor parte terminan como basura, con impactos para el ambiente y la imagen de las espacios urbanos.
En el mejor de los casos, el conductor las entrega al establecimiento donde adquiere llantas, pero la mayoría de las piezas reemplazadas cada trienio terminan abandonadas como basura en los rincones de la ciudad. «Son un verdadero problema». Las encuentras a la venta como llantas de reuso, cuando ya no sirven.
Las utilizan para prender fogatas y en los tiraderos las queman, lo que produce una gran contaminación del aire, o las dejan abandonadas en una barranca y se convierten en refugio de fauna nociva», comenta el asesor de la Comisión de Gestión Integral de los Residuos en el DF, Arnold Ricalde.
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