Por: Emilio Guerra Díaz
Con cariño y respeto a Pilar Servitje, voluntaria ejemplar de México
Hace una década se celebró el 2001 Año Internacional de los Voluntarios en todo el mundo a propuesta de la Organización de las Naciones Unidas. A diez años de distancia en el continente europeo y cientos de organizaciones promotoras de voluntariado promovieron conmemorar el 2001 + 10 igual al Año Europeo del Voluntariado, con el propósito de continuar promoviendo la participación ciudadana vinculada a organizaciones filantrópicas para beneficio comunitario.
Asimismo dentro de los propósitos de esta iniciativa continental también destaca la necesidad de dar seguimiento a las acciones emprendidas y que se hayan constituido como un modelo replicable, que hayan aportado sistemáticamente recursos (tiempo, talento y dinero) a causas de interés público, ideas novedosas para despertar el interés en las personas a fin de hacerse voluntarias, pero sobre todo evaluar el impacto social de la acción voluntaria.
Al respecto no hay que olvidar, como lo publicamos en este mismo espacio hace algunas semanas, que Europa constituye la zona geográfica más rica en filantropía organizada y que su sector reporta tanto el mayor volumen de dinero invertido en causas sociales, como también cuentan con una participación ciudadana de grandes magnitudes.
Esto explica por ejemplo, la importante labor de organizaciones filantrópicas que reúnen a amantes del arte, coleccionistas, museógrafos, aficionados, en fin una gama interesante de personas y profesionistas que desean trabajar a favor de la preservación y difusión del arte y por ello apoyan como voluntarios a organizaciones que ayudan a la sustentabilidad de los museos.
Por esta razón en Europa puede uno disfrutar de estos recintos y atestiguar cómo los voluntarios colaboran por ejemplo, tanto en visitas guiadas como en las tiendas de artículos promocionales; pero sobre todo en su sustentabilidad.
Tómese como caso tres grandes museos de Madrid: Reina Sofía, Del Prado y el Thysenn-Bornemizsa. Dos son públicos, es decir, administrados por el gobierno y uno explica su origen de una colección privada de Carmen Thysenn- Bornemizsa. Los tres tienen en común que cuentan con consejos directivos de ciudadanos voluntarios que contribuyen a la Dirección. Pero también los tres cuentan con Sociedades de Amigos de cada museo y organizadamente ayudan a generar recursos adicionales para esos centros culturales.
El resultado es fantástico: Museos vivos, visitados diariamente, apropiados por su ciudadanía, emblema de orgullo madrileño, atracción para el turismo internacional; colecciones en crecimiento, obras debidamente aseguradas, y con el mantenimiento más avanzado para evitar su deterioro; impulso a la investigación estética; accesos para grupos de personas que requieren condiciones especiales; eventos privados para empresas, etc.
Como todos los países, México se sumó a la celebración del 2001, para lo cual distintas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas el Centro Mexicano para la Filantropía, la Cruz Roja Mexicana y el Club Rotario entre otras. Se llevaron a cabo diversas actividades, entre las más memorables pueden recordarse el concurso del cartel conmemorativo donde el Arq. Pedro Ramírez Vázquez fungió como Presidente del Jurado; la expedición de un timbre conmemorativo y la creación del entonces Premio Nacional al Voluntario, iniciativa empujada por Mauricio Guerrero Martinez y que hoy, después de un proceso de ciudadanización del certamen éste fue asumido debidamente por el gobierno federal y que modificó su nombre al actual: Premio Nacional de Acción Voluntaria y Solidaria y que en la edición 2010 fuese entregado a Hogares Providencia IAP, Julio César Rodríguez Reina y Cecilia Saviñón Tonti.
Aún cuando en nuestro país predomina todavía un gran desconocimiento en la ciudadanía sobre los aportes del voluntariado y en qué consiste, los beneficios para las partes involucradas y cómo potenciar las actividades que éstos realizan a favor de la creación, preservación y valorización de bienes públicos, un actor dentro del voluntariado está cobrando fuerza importante: el voluntariado corporativo.
Sí bien un voluntario es una persona que destina parte de su tiempo a la semana a dedicarlo a obras de beneficio comunitario en forma organizada dentro de una asociación civil; el voluntariado corporativo consiste en que una empresa convoca, capacita y alienta que aquellos colaboradores que desean sumarse a una actividad de interés público y se puede vincular con una OSC. En nuestro país a las empresas les ha llamado la atención en participar en jornadas medioambientales predominantemente.
Existen afortunadamente varios modelos de voluntariado corporativo, pero el lector puede recordar algunos casos ejemplares: Destacaría desde mi punto de vista, por su magnitud y constancia el voluntariado de Wal-Mart que se cuenta por miles y que han realizado memorables jornadas de reforestación y cultivo de bosques. Otro caso es el de los miles de voluntarios de Telmex que destacan por su apoyo en caso de desastres.
Pero se preguntará el lector, ¿cuáles son los beneficios para una empresa que incursiona en promover la participación organizada de sus colaboradores como voluntarios? Afortunadamente son varias respuestas: el empleado comprende su valía como un colaborador que desde sus capacidades aporta, ayuda y se solidariza. Desde ahí se cambia de actitud y se desarrolla el sentido de pertenencia a una empresa corresponsable, se fortalecen los lazos de compañerismo y solidaridad interna, se despierta la lealtad hacia la empresa.
Adicionalmente la comunidad atestigua y valora la retribución que hace y obtiene clientes leales.
Sobre la inversión necesaria, cómo crear un programa de voluntariado corporativo y cómo vincularlo a la empresa, para ello dedicaremos una nueva colaboración.
Emilio Guerra Díaz
Sociólogo, articulista en diversos medios impresos desde 1988. Ha colaborado en el sector filantrópico por más de 20 años. Es Voluntario desde 1989. Autor del libro “La política de planificación familiar del estado mexicano”, UAM-Xochimilco, 1991. Consultor en Desarrollo Institucional para OSC. Fue subdirector de la Fundación Cultural Bancomer y Director de Información y Servicios del Cemefi. Actualmente es Gerente de la Fundación ADO.
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