Hace 26 años, en 1987, el movimiento por la salud de las mujeres y feminista decidió instaurar un día de acción mundial para construir conciencia acerca de un drama humano, social y sanitario: la mortalidad y morbilidad maternas.
De acuerdo con cifras de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe dadas a conocer en aquella época, morían en la región cerca de 500 mil mujeres por causas ligadas al embarazo, parto y puerperio, y por complicaciones de abortos clandestinos e inseguros, mientras que miles más quedaban con secuelas. Aquella cifra probablemente era más alta, tomando en cuenta las dificultades de contar con registros técnicos confiables.
Así, pues, la fecha acordada para la instauración del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres fue el 28 de mayo, y en ese marco se dio inicio a una campaña que convocó a miles de organizaciones de mujeres en todo el mundo para desarrollar acciones de denuncia respecto de las causas de las muertes maternas, la mayor parte evitables con intervenciones y procedimientos sencillos y de bajo costo, y también con la puesta en vigor de leyes que permitiesen el aborto seguro y legal.
La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, que coordinó dicha campaña histórica junto con la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, permanentemente ha mantenido un enfoque prioritario sobre Mortalidad Materna en todas sus líneas y programas de acción. En este sentido, las estadísticas mundiales demuestran que el 99% de las muertes maternas corresponden a mujeres de países en desarrollo, cuyo riesgo de morir por causas maternas es desproporcionadamente alto en comparación con mujeres de naciones industrializadas.
Lamentablemente, la Red de la Salud de las Mujeres sostiene que “es evidente que el panorama no ha variado sustancialmente desde 1987 cuando fuera instaurado el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. De hecho, las cifras de muertes maternas son similares e incluso en algunas regiones, donde la pobreza, las epidemias y los conflictos bélicos asolan a la población, las tasas se han incrementado”.
La feminización de la pobreza que impacta directamente en la salud de las mujeres, se refiere a la desproporcionada representación de las mujeres entre los pobres, comparada con la de los hombres.
Se puede decir que la pobreza se ha feminizado si el porcentaje de mujeres en la población considerada como pobre supera al porcentaje de mujeres pertenecientes a la población, en su conjunto. Por ejemplo, si las mujeres constituyen 51% de la población global, pero 70% de los pobres, quiere decir que la pobreza está afectando de manera desproporcionada al sector femenino de la población.
La situación de la mayoría de las mujeres las enfrenta al mundo económico con menores capacidades, experiencia y contacto con el mercado laboral y, en consecuencia, menores capacidades para ganar dinero y más propensas a engrosar los niveles de pobreza.
La Red por la Salud de las Mujeres hace hincapié en que, si bien entre los casos emblemáticos más visibles se encuentran los países africanos y del sudeste asiático, donde el acceso oportuno a servicios de salud de buena calidad está severamente restringido; nuestra región latinoamericana y caribeña no está ausente de este fenómeno.
Actualmente, la campaña internacional del 28 de mayo está coordinada por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, quien recoge el sentir de las activistas en esta región del mundo, para que este Día de Acción internacional por la salud de las mujeres se ponga énfasis en las siguientes demandas: Acceso universal, en todas las etapas de vida, a la información y servicios de atención de la salud gratuitos o de bajo costo y de óptima calidad, para gozar de salud integral y de bienestar, así como el derecho a que nuestra diversidad sea reconocida y respetada en el diseño e implementación de esos servicios.
Del mismo modo, se exigen los derechos para: Ejercer una salud sexual y reproductiva sana, libres de violencias y coerción; conocer y respetar nuestro cuerpo; ejercer una sexualidad sin riesgos ni consecuencias indeseables o inoportunas; relacionarnos sexualmente con quien deseemos sin ser presionadas ni violentadas, en el momento que elijamos; buscar y sentir el placer sin culpas; no tener sexo si no lo deseamos; decidir el número de hijos e hijas que queremos tener, cuándo tenerlos, o bien a no tenerlos; estar bien informadas para regular nuestra fecundidad con métodos eficaces, seguros y asequibles, o que nuestra pareja los utilice; recibir una atención de salud de la más alta calidad en el embarazo, parto y en todos los otros momentos de nuestra vida sexual y reproductiva; compartir las responsabilidades de la sexualidad y la reproducción con la pareja; protegernos de infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA, en especial cuando se trata de mujeres adolescentes y niñas; una participación igualitaria de las mujeres en las instancias de decisión del área de la salud, para que nuestras demandas reales y urgentes tomen preeminencia.
Por todo lo anterior, un Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres resulta imprescindible, no para conmemorar, sino para visibilizar la enorme inequidad de acceso a la salud que padecemos las mujeres en todo el mundo.
Fuente: Milenio