No es ningún secreto que el crecimiento de las nuevas tecnologías y las redes sociales ha transformado por completo la forma en que los consumidores se relacionan con las marcas y lo que esperan de ellas. Vivimos en un mundo en el que el camino que cada persona recorre antes de adquirir un producto o servicio se ha transformado radicalmente arrebatando a las grandes marcas el control del sistema y otorgándolo íntegramente al consumidor.
En todo el mundo millones de personas han comenzado a entender el poder que tienen sobre las marcas, y como consecuencia de ello seleccionan de manera más consciente a aquellas con las que desean comprometerse haciéndolas formar parte de su vida diaria. Se trata de productos, servicios y empresas que no sólo tendrán presencia en su carrito de compras y en sus redes sociales, sino que estarán en su mente de manera permanente y con las que incluso podrán formar un vínculo emocional.
Contrario al paradigma que regía el marketing hasta hace ya varios años en el que las empresas buscaban que su producto y logotipo se apareciera hasta en la sopa, hoy lo que sucede es que el consumidor se encuentra invadido con una cantidad de mensajes tal, que ha empezado a sentirse acosado y al hacerlo simplemente ha eliminado de su mente aquellas marcas que no resultan relevantes para su vida cotidiana y su necesidad de trascender; es decir aquellas que carecen de significado.
Para adaptarse a este nuevo paradigma es necesario construir la identidad de una empresas mucho más allá de los colores institucionales, los anuncios pagados y las activaciones tradicionales; necesitamos edificarlas ofreciendo a nuestros consumidores la certeza de que las actividades de nuestra organización tienen un impacto positivo tanto en su vida personal como en el entorno. Es en este proceso donde la responsabilidad social corporativa, la transparencia y la comunicación juegan un papel fundamental.
De acuerdo con datos de Meaningful Brands, sólo el 3% de las marcas en el mundo están aportando realmente un valor significativo a nuestra vida cotidiana. ¿Está tu compañía dentro de este porcentaje? Natasha Murray compartió con The Drum algunos pasos a seguir si deseas conseguirlo.
1. Practica lo que predicas
Un individuo conectado que ha entendido el poder que tiene de impulsar a las compañías a comportarse de forma ética y preocuparse realmente por sus consumidores busca comprender y comprobar la visión, los valores y el comportamiento de las organizaciones, por lo que comunicar un compromiso inexistente, lejos de engañarlo podría hacerlo enfurecer.
El consumidor de hoy se ha cansado de las palabras vacías y los discursos alejados de la acción, lo que busca es un compromiso de fondo que le permita confiar en los actores corporativos y en que algunos de ellos le ofrecen no sólo una mejor experiencia de compra, sino de vida.
2. El producto ya no es suficiente
Muy atrás quedaron esos años en lo que las personas compraban productos, ahora adquieren marcas y la razón es que estás últimas pueden ofrecerles experiencias únicas, confianza y una relación mucho más sólida y duradera.
De acuerdo con Murray existen tres pilares centrales detrás del significado que una marca tiene para sus consumidores: el producto o servicio, el bienestar personal y el bienestar colectivo. Se trata de tres elementos que deben considerar siempre al momento de armar una estrategia de negocio.
La mayoría de las marcas dedican una gran cantidad de recursos a mejorar sus productos y lanzarlos al mercado, pero muy pocos de ellos están orientados a implementar prácticas responsables y comunicar el impacto de sus actividades en la vida de cada persona y los beneficios que tienen para la sociedad en su conjunto.
3. Construye conexiones significativas
Toda marca que desee tener un significado importante en la vida de sus consumidores necesita preocuparse primero por entender exactamente cómo es su día a día y cuál es el momento en el que su producto o servicio cobra relevancia en su vida cotidiana; cuál es el proceso por el que atraviesa antes de tomar una decisión de compra, con quien la comparte y cuales son los espacios online y offline que visita durante este camino.
El objetivo de este entendimiento, desde luego no es el de invadir la vida de un consumidor, sino encontrar los instantes en que tu marca puede conectar con él a un nivel emocional ofreciéndole información útil. ¿O acaso existe una situación de acoso que pueda terminar en «felices para siempre»?