Sólidos y serenos, vivos y vibrantes.
Los árboles producen en muchas personas un efecto calmante y positivo. Pero vivir cerca de estos gigantes verdes tiene un impacto muy concreto en la salud, especialmente en los habitantes de las ciudades, según un nuevo estudio.
Y las consecuencias van desde cambiar la calidad del aire y su temperatura, hasta variar el funcionamiento del cerebro.
En BBC Mundo destacamos tres efectos tan concretos como beneficiosos de vivir cerca de los árboles.
1. Reducen la materia particulada en el aire, uno de los peores tipos de contaminación
Un árbol reduce la llamada materia particulada en su entorno entre un 7% y un 24%, según un estudio que acaba de publicar el centro The Nature Conservancy, una organización internacional dedicada a la conservación de la biodiversidad con sede en Estados Unidos.
La investigación evaluó el impacto de los árboles en 245 ciudades alrededor del mundo.
Uno de los contaminantes más graves en el aire de las ciudades es el llamado material particulado, que suele clasificarse en dos tipos.
El más grueso, de 10 o menos micrómetros de diámetro, o PM 10, resulta del polvo de la construcción y de las calles, entre otras fuentes. (Un micrómetro es la milésima parte de un milímetro).
Pero el tipo más dañino de material particulado es el llamado PM 2,5, la materia que tiene un diámetro de 2,5 o menos micrómetros y resulta de la quema de de combustibles fósiles y leña, entre otras fuentes.
Son estas partículas finas en suspensión las que pueden penetrar profundamente en los pulmones y se estima causan 3,2 millones de muertes al año a nivel global, según el estudio. El material PM 2,5 está asociado a un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares, problemas cardíacos y enfermedades respiratorias, como asma.
Se trata de un problema verdaderamente global. La Organización Mundial de la Salud señaló este año que cerca del 90% de la población mundial que vivía en centros urbanos en 2014 estuvo expuesta a niveles de material particulado que excedieron las recomendaciones de la OMS.
El estudio publicado por The Nature Conservancy destaca que en calles de mucho tráfico los árboles deben plantarse bien espaciados para impedir que las copas reduzcan la circulación del aire.
2. Reducen la temperatura hasta en 2 grados centígrados
El impacto de los árboles en la temperatura es crucial, dado que las olas de calor matan cerca de 12.000 personas al año y dificultan la vida de millones, según el estudio.
«El cambio climático hará que el impacto de estas olas de calor en las ciudades sea aún más severo», advierte el documento.
La Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2050 las muertes anuales por olas de calor en la ciudades podrían llegar a 260.000, a menos que los centros urbanos tomen medidas para adaptarse a las nuevas condiciones.
«Muchos estudios científicos han demostrado que la sombra de los árboles, además de la transpiración durante la fotosíntesis, contribuyen a reducir la temperatura del aire y consecuentemente el consumo de electricidad para aire acondicionado», afirma la investigación de The Nature Conservancy.
3. Aumentan el bienestar psicológico
«No puedo cuidar mi salud y mi espíritu a menos que pase al menos cuatro horas al día en el bosque, totalmente libre de compromisos mundanos», escribió en el siglo XIX el estadounidense Henry David Thoreau en su clásico libro Walden, que relata su experiencia durante dos años en una cabina construida por él mismo a orillas del lago Walden en Massachusetts.
Un estudio ya célebre liderado por Roger Ulrich en la década de los 80 comparó a pacientes en un hospital en Pensilvania que habían sido operados de la vesícula. Aquellos en habitaciones con vista a árboles se recuperaron más rápidamente que los que tenían ventanas que daban a edificios.
Y un estudio reciente de Gregory Bratman y colegas, en la Universidad de Stanford, midió el impacto en el cerebro de caminar durante 90 minutos en la naturaleza.
Un grupo de control, que caminó en cambio cerca de calles con mucho tráfico, mostró un aumento en la actividad de «rumiar» críticamente sobre uno mismo o eventos del pasado, un patrón negativo de pensamiento vinculado a la depresión.
Aquellos que caminaron entre árboles no sólo reportaron menos tendencia a rumiar.
El estudio también escaneó el cerebro de los participantes, y constató que los que caminaron en la naturaleza mostraron una menor actividad en la zona delacorteza prefrontal subgenual, una región del cerebro asociada al pensamiento de autocrítica y a comportamientos de aislamiento social comunes en quienes rumian en exceso.
La importancia de los árboles en las ciudades no puede ser subestimada.
Más teniendo en cuenta que actualmente el 54% de la población mundial es urbana y este porcentaje llegará a 66% en 2050, según Naciones Unidas.
«En muchas ciudades el departamento de salud está por un lado y el de árboles por otro», dijo Rob Mc Donald, uno de los autores del estudio publicado por The Nature Conservancy.
«Una de las metas de nuestro estudio es recordar a las ciudades que esos dos departamentos deben colaborar».
«Si esto sucede, mi esperanza es que veremos un renacimiento de las plantaciones de árboles en centros urbanos».
Fuente: BBCMundo