Hace unos días el INEGI señaló que en febrero de este año se presentó el porcentaje más bajo de desempleo desde el 2006. Lo que no señaló, es que la mayor parte de los “nuevos empleos” generados en el país se dan en el mundo de la informalidad, en el subempleo. En los hechos son ocupaciones mal pagadas, sin prestaciones ni derechos y de poco valor productivo.
De los más de 54 millones de mexicanos económicamente activos reportados por el INEGI, 30 millones laboran en la informalidad mientras que 24 millones apenas logran tener un empleo dentro del mercado formal.
Esto quiere decir que, de acuerdo con el INEGI, el 60% de los trabajadores genera un 25% del PIB y el 40% restante genera un 75%, lo cual refleja de manera clara que la informalidad no es precisamente un mercado productivo sino todo lo contrario.
El mercado laboral informal es un lastre para el desarrollo social, de la economía nacional y como medio para lograr el bienestar integral de los mexicanos porque no ofrecen seguridad laboral ni social. Esto se traduce en la falta de acceso a uno de los principales igualadores sociales que es la salud y disminuye la posibilidad de los miembros del sector económico del subempleo y el autoempleo para gozar de una pensión de retiro suficiente y digna.
El mercado de trabajo informal no paga impuestos y no está obligado a observar norma o reglamentación alguna. Siendo un mercado que opera en la total ilegalidad, fomenta y fortalece un sistema económico que resulta un cáncer que al final del dia debilita la capcidad que como nación tenemos para salir del resago y para hacer un verdadero frente en contra de la pobreza y la desigualdad en nuestro país.
Lo informal es ilegal, por lo tanto, indebido. Debemos cuidarnos del mensaje gubernamental que esconde lo indebido, como lo es el empleo informal, para destacar verdades a medias, sin contexto. La lectura contextualizada y desmenuzada de los datos del empleo en México se combina con otra realidad igual de crítica: el debilitamiento y constante fluctuación del peso frente al dólar, con las consecuentes medidas gubernamentales de supuesta estabilidad macroeconómica, lo cual no implica otra cosa más que un castigo al consumo y mercado internos a través del incremento a las tasas de interés (una paradoja de la economía moderna).
La tendencia al alza de los precios derivada de la poca credibilidad gubernamental relacionada con la liberalización de los precios de las gasolinas y el gas; el alto costo de la energía eléctrica que presiona a los pocos negocios que aguantan en la formalidad, así como otros factores relacionados con una inflación que en 2017 ha llegado al 5.7%.
Al pueblo de México le llueve sobre mojado. Si la ciudadanía no tiene poder adquisitivo, los pequeños comerciantes no vendemos, la sociedad se desespera, pasando a la ilegalidad y vulnerando la paz social que todos deseamos.
ANPEC insiste en la necesidad urgente de elevar los ingresos de los trabajadores mexicanos, de apreciar su trabajo, aumentando el salario mínimo a 8 dólares diarios.
ANPEC exige generar más empleos formales, bien remunerados, hacemos un llamado al gobierno a que tome medidas concretas y efectivas a favor de la microeconomía, otorgándole poder de compra a la gente de a pie.
Comunicado de Prensa.