La ONG Entreculturas ha presentado esta mañana el informe ‘Las niñas a clase: una cuestión de justicia’. Con él se pretende denunciar el masivo absentismo escolar de las niñas alrededor del mundo, que coincide con una cruel falta de equidad social y educativa.
Las circunstancias que llevan a rebajar la tasa de asistencia de los menores al colegio son iguales para todos: pobreza extrema vinculada con la explotación infantil, dificultades de acceso a las escuelas, que están a unas dos horas caminando, o los conflictos armados. Pero al analizar los datos en profundidad destaca una conclusión: las más perjudicadas sean cuales sean los lugares o las circunstancias siempre son las mujeres.
Rosa Mujica, miembro del Instituto Peruano de Educación en Derechos Humanos y Paz (el IPEDEHP), es la autora de este informe. En él, además de analizar y valorar los datos con los que cuentan, se refleja un caso concreto, el Proyecto de Quispicanchi, en Cusco, Perú. Comenzaron a trabajar hace seis años allí. En aquel momento las mujeres cumplían tan solo un año y medio del ciclo primario de educación. Hoy el 100% de las niñas lo finaliza y todas ellas aspiran a cursar el ciclo secundario.
El testimonio directo de la experiencia lo aporta Roxana Quispe, una líder campesina peruana que aprendió a hablar español cuando tenía 14 años, momento a partir del que pudo aprender a leer, escribir y a hacer sumas y restas. «Solo tengo hecho hasta 3º de primaria, pero si ni siquiera hubiera llegado hasta ahí ahora no podría implicarme en la educación de mis hijos ni ayudarlos con sus tareas».
Tanto Mujica como Quispe destacan que el proyecto se llevó a cabo gracias a un cambio en la manera de concebir la sociedad. Los maestros utilizaban látigos para castigar a los niños que no traían la tarea hecha y fomentaban un ambiente hostil para la entrada de niñas a las aulas. Las madres también se negaban, dado que si las pequeñas faltaban en casa, todo el trabajo recaía sobre ellas.
Hoy, seis años después, las niñas conocen sus derechos -«el derecho a jugar, el derecho a hablar, el derecho a que nos quieran…» enumera Quispe- y las familias han asumido que el hogar es de todos, por lo que las tareas relacionadas con él también debe ser una tarea común. Los maestros fomentan el estudio mixto con herramientas como el diálogo, la participación de las pequeñas y un conocimiento profundo de los derechos humanos desde lo práctico. «Estamos convencidos de que si unimos esfuerzos, si trabajamos todos juntos y lo hacemos ahora, hay razones para la esperanza», concluye Mujica.
Fuente: Elmundo.es
Publicada: 16 de noviembre de 2011.