Según ha informado UNICEF hoy, en los 10 países con mayores índices de desescolarización en educación primaria, al menos dos de cada cinco niños (un total de 18 millones) no van a la escuela.
En Liberia se encuentra el mayor porcentaje de niños sin escolarizar, pues casi dos terceras partes de los niños y niñas en edad de recibir educación primaria, no van a la escuela. El segundo país de la lista es Sudán del Sur, en donde el 59% de los niños se está quedando sin ejercer el derecho a una educación primaria, y en donde una de cada tres escuelas ha cerrado sus puertas por el conflicto.
Afganistán (46%), Sudán (45%), Níger (38%) y Nigeria (34%) también se encuentran entre los 10 países con mayores índices de desescolarización en educación primaria, lo que demuestra con claridad que las emergencias humanitarias y las largas crisis están obligando a los niños y a las niñas a abandonar la escuela.
El análisis de datos de UNICEF (que se publica en paralelo al regreso de millones de niños y niñas a la escuela alrededor del mundo este mes), destaca el alcance de una crisis educativa que está afectando a países ya deteriorados por el conflicto, los desastres naturales incluyendo los largos periodos de sequía, los terremotos y las altas tasas de pobreza extrema.
UNICEF teme que sin educación, toda una generación de niños y niñas en los países afectados crezcan sin las destrezas necesarias para colaborar con sus países y sus economías, empeorando así la situación desesperada en la que ya se encuentran.
En México la cobertura en educación básica es casi universal, sin embargo aún existen brechas en el acceso para la población de menores recursos, como es el caso de la población indígena.
Un estudio presentado recientemente por UNICEF México y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, reveló que de casi 4 millones de niños, niñas y adolescentes indígenas, unos 644,506 no asisten a la escuela.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2014 la población indígena en México era de poco más de 11.9 millones de personas, lo que representa 10 % de la población total del país; de los cuales casi 4 millones son niñas, niños y adolescentes de entre 3 y 17 años, es decir, en edad de cursar educación obligatoria.
Uno de los obstáculos que enfrenta la educación indígena en el país es la diferencia lingüística entre estudiantes y maestros, pues en 4 de cada 10 escuelas, donde ambos hablan una lengua indígena, no se trata de la misma
De los llamados humanitarios a nivel mundial, la educación sigue siendo el sector con menos financiamiento. En 2015, las agencias humanitarias recibieron tan solo el 31% de los fondos necesarios para este sector, muy por debajo del 66% registrado hace una década. A pesar del aumento del 126% en los requisitos educativos desde el 2005, el financiamiento se incrementó en sólo un 4%. Además, los sistemas educativos preparados para resistir crisis prolongadas, no se pueden construir sobre la base de llamados a corto plazo e imprevisibles.
Durante la Cumbre Humanitaria Mundial, celebrada en mayo de 2016, se lanzó la nueva plataforma mundial “La educación no puede esperar” (Education Cannot Wait) con la intención de crear un puente entre las intervenciones humanitarias durante las crisis y el desarrollo posterior a largo plazo, mediante una financiación predecible.
Aunque no se encuentra entre los 10 países con los mayores índices de desescolarización infantil, Siria acoge a 2,1 millones de niños en edad escolar (de entre cinco y 17 años) que no van a la escuela, al igual que otros 600,000 niños sirios que viven refugiados en la región adyacente.
Los datos más recientes y fiables sobre países como Somalia y Libia no se encuentran disponibles ni en fuentes administrativas, ni en otras procedentes de encuestas, lo cual se debe, en parte, a los conflictos existentes.
“Para los países afectados por un conflicto, la escuela prepara a los niños con los conocimientos y las destrezas que necesitarán para reconstruir sus comunidades cuando se acabe esta crisis. A corto plazo, les proporciona una estabilidad y un orden que les ayudan a sobrellevar el trauma. Además, las escuelas también protegen a los niños de los peligros físicos y traumáticos que los rodean. Cuando un niño no va a la escuela, aumenta el peligro de que sufra abusos y explotación o de que lo recluten en grupos armados”, aseguró Jo Bourne, Jefe de Educación de UNICEF.
Comunicado de Prensa.