Sin duda, el tercer sector tiene un papel clave para lograr que las empresas hagan cambios y se conviertan en organizaciones más responsables. Sin las campañas de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) como Oxfam, Greenpeace, WWF, entre otras, los grupos de interés no podrían enterarse de ciertos datos, lo que a su vez haría imposible que ejerzan presión para que las compañías cambien sus políticas.
Sin embargo, según Bob Langert, editor de GreenBiz Group y expresidente de Sustentabilidad de McDonald’s, el involucramiento de las OSC también puede limitar a la sustentabilidad. En un artículo reciente, el experto usa el ejemplo del aceite de palma para explicar por qué sucede esto.
Langert acepta que las compañías podrían hacer más, pero opina que, dado que las OSC que tocan el tema no están alineadas ni organizadas entre sí, están resultando más perjudiciales que efectivas. Aquí las 5 formas en las que, según su percepción, están fallando, y que pueden aplicarse a otros temas, no solo al caso de este polémico aceite.
1. Demonización:
Si seguimos el razonamiento de las campañas de las organizaciones civiles, el aceite de palma es uno de los cultivos más destructivos de la historia. Sin embargo, según explica Langert, sus impactos ecológicos son menores que los de aceites como el de soya o el de canola.
Aunque hay que tomar en cuenta el impacto que su cultivo tiene en el ecosistema, no es necesario demonizar el producto, ya que tan solo se logra antagonizar a quienes lo cultivan, lo que a su vez hará que se resistan a cambiar.
2. Perfeccionismo:
La Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO por sus siglas en inglés), firmada hace 14 años, ha sido criticada por ser imperfecta. Por su puesto, dice Langert, lo es, pero también es «un esfuerzo bueno, legítimo e inclusivo que las OSC deben apoyar y usar para construir más». En lugar de pedir perfección de las iniciativas, se debe pensar en que vayan creciendo con el tiempo.
3. Exceso de complejidad:
Las OSC, para Langert, son «implacables, enfocadas en los detalles, científicas y exhaustivas» al desarrollar estándares, principios y métricas de sustentabilidad, resultando en documentos demasiado extensos, mientras que las empresas prefieren las cosas más simples. Si los grupos empresariales se concentran en hacer felices a las OSC, terminan con estándares que no pueden ser comprendidos por la población en general, como es el caso de la RSPO.
4. Falta de realidad de mercado:
No todos los productos, materiales o cultivos son iguales. Langert recuerda que la mayor parte del aceite de palma es usado en Asia y que la mayoría de los productos que lo contienen utilizan cantidades muy pequeñas. Es por eso que no está de acuerdo con la presión desmedida a empresas occidentales, que significan tan solo un 15% del mercado de este producto.
5. Dirección inconexa:
Las OSC no están unidas en sus percepciones sobre lo que debe hacerse respecto al aceite de palma, por lo que a lo largo de 14 años han publicado documentos y alternativas diversas. Es por eso que el experto sugiere que las 15 organizaciones más importantes lleguen a un acuerdo sobre el enfoque, los principios y las medidas con los que se debe abordar el tema, lo que dará una dirección unificada hacia la cual las empresas podrán dirigirse.