Si estás leyendo esto desde tu oficina es muy probable que tengas en tus manos una taza de café y en algún rincón de tu escritorio esperen un par de galletas, un chocolate o algunos caramelos; y aún si lo lees desde tu móvil y no tienes a la mano ninguna de estas delicias, seguramente sabes que al llegar a tu lugar de trabajo te encontrarás con más de una de ellas porque la verdad es que nunca falta la amable compañera que recién se estrena como repostera y comparte deliciosas galletas con los miembros de su departamento, o el pastel para celebrar el cumpleaños del jefe.
Esta cultura es particularmente común en las oficinas mexicanas, aunque sucede algo muy similar en muchos espacios de trabajo en Estados Unidos y Europa; y suele intensificarse en los periodos de juntas, sobre todo si se trata de reuniones muy largas o importantes, ya que nunca falta la charola de galletitas que se terminan antes de que alguien pueda siquiera hacer la primera pregunta sobre los resultados.
Aunque la verdad es que a todos nos gusta compartir con nuestros compañeros ese calórico esfuerzo de las compañías por generar un ambiente agradable y mantener felices a sus colaboradores, lo cierto es que esta práctica puede resultar dañina para la salud de los trabajadores, tal como ha advertido el especialista Nigel Hunt del Royal College of Surgeons, quien en entrevista con Fast Company, destacó que mientras los directivos desean recompensar a su personal y los colegas buscan celebrar ocasiones especiales, para muchas personas la oficina se convierte en el espacio principal para el consumo de azúcar.
Claro que esto no beneficia para nada la salud de los colaboradores y representa enormes dificultades para quienes emprenden esfuerzos para perder peso o estar más saludables. ¿Quién no ha comenzado una dieta y ha terminado por rendirse ante la tentación de las donas de chocolate que llegaron a la oficina al día siguiente? En lo personal, me declaro totalmente culpable.
Lo que sucede, es que compartir la comida en el espacio de trabajo no sólo satisface nuestros antojos y resulta placentera al paladar; también cumple una función social que facilita el acercamiento con otros y ofrece a un grupo de personas determinado nivel de camaradería y complicidad. Después de todo se trata de un elemento fundamental en casi cualquier rutina o rito social, lo que hace de casi cualquier conversación un evento casual y la convierte además en un factor imprescindible dentro de toda clase de celebraciones.
Por fortuna no todo está perdido. Aún en medio de esta cultura que ha invadido las oficinas por décadas ayudando a genera un ambiente laboral agradable, las empresas pueden ayudar a sus colaboradores a cuidar su salud influyendo positivamente en dus hábitos de alimentación; después de todo, es en este espacio en el que las personas pasan la mayor parte de su tiempo.
1. Convertirlo en un valor
Las empresas que desean contar con una fuerza laboral saludable necesitan convertir el bienestar en un elemento fundamental de la cultura organizacional, estructurando una sólida estrategia que les permita promover la adopción de hábitos orientados a dicho objetivo.
Dicha estrategia debe contemplar la capacitación de los trabajadores en materia de salud, la prevención del síndrome de Burnout y la implementación de espacios saludables que atiendan a las necesidades de ventilación e iluminación del personal.
Claro que para lograr integrar la salud como un eje importante del tejido organizacional es necesario el apoyo de la alta dirección, que debe comprender a fondo los beneficios de contar con un equipo saludable, mismos que incluyen un incremento en el nivel de satisfacción laboral, un mejor desempeño del personal y la reducción del índice de ausentismo por enfermedad.
2. Adiós a los alimentos poco saludables
Acéptalo: mirar diariamente galletas en las mesas de los pasillos y las salas de juntas no está ayudándote a mantener una dieta saludable; y si trabajas en una de esas empresas cuyas instalaciones cuentan con cafeterías destinadas a dar servicio a los trabajadores, estás perdido; no sólo ingieres miles de calorías al día en estos espacios, quizá también dejas en ellos buena parte de tu salario.
Así que las empresas necesitan poner especial atención en este punto y comenzar a desaparecer poco a poco todos aquellos alimentos que suponen una amenaza para la salud de sus colaboradores. Cambiar las galletas de todos los días por semillas o crudités puede ser un excelente primer paso para dejar de lado el azúcar y las calorías adicionales.
3. Cuidado con las dulces recompensas
En muchas empresas es común mostrar reconocimiento o aprecio a algunos colaboradores a través de detalles que suelen incluir chocolates, dulces o panecillos que claro que resultan placenteros al paladar, pero también son muy dañinos para la salud y refuerzan el paradigma de que este tipo de alimentos son premios que nos hacen felices.
Para ofrecer recompensas alineadas con sus valores, las empresas pueden sustituir esta práctica por la de proporcionar tarjetas de regalo ya sea para restaurantes saludables o para artículos no relacionados, como libros o ropa.
4. Una caminata para descansar
Estar encadenado a un escritorio durante ocho o diez horas continuas no es bueno para la salud de nadie, sobre todo si te encuentras al frente de una computadora por la misma cantidad de horas, ya que además de lesiones de columna, esta actividad podría dañar seriamente tu vista.
Por si todo esto fuera poco, esto no le da a los trabajadores ninguna oportunidad de quemar las calorías extra que ingieren durante el día, por lo que impulsar la actividad física se vuelve una práctica imprescindible para aquellas organizaciones que busquen promover un estilo de vida más saludable.
Beneficios como membresías o descuentos en gimnasios pueden ser excelentes para las compañías que pueden permitírselos, sin embargo no todas pueden permitirse el lujo de destinar tantos recursos a ello, por lo que pueden sustituirlo incentivando a sus colaboradores a dar pequeñas caminatas cada una o dos horas para descansar; un descanso de 10 o 15 minutos bastará.
Según información retomada por Fast Company, algunos estudios han demostrado que realizar esta actividad en intervalos de una o dos horas resulta más saludable que permanecer sentado todo el día y después hacer ejercicio, ya que los beneficios no se limitan únicamente a la cintura y la presión arterial, sino también a nuestra concentración.
5. Todo en uno
Es un hecho que los escritorios de pie no funcionan para todo el mundo y las estaciones de trabajo que te permiten caminar o andar en bicicleta mientras realizas tus actividades laborales no son distintas a ellos; sin embargo se trata de dos modalidades que pueden resultar realmente benéficas si los trabajadores logran adaptarse a ellas.
Desde luego se trata de un cambio que no hay que forzar en lo absoluto, pero las instalaciones constituyen una excelente alternativa para aquellos trabajadores que deseen dar un nuevo enfoque al tema de la vida saludable y el trabajo y logren adaptarse a sus implicaciones. Instalar un par de módulos como éstos para que las personas trabajen algunos minutos u horas de forma opcional, puede ser un excelente paso y ofrecerá a tu equipo una opción adicional para mantenerse en forma.