El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos podría redefinir el panorama de las políticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Bajo su administración anterior, se redujeron regulaciones ambientales y se priorizó el crecimiento económico sobre la sostenibilidad. En este nuevo ciclo, se espera un enfoque similar que podría impactar la transparencia corporativa, las iniciativas de sustentabilidad y la presión de los accionistas sobre las empresas.
A continuación, exploramos cinco tendencias clave que marcarán el futuro de las estrategias ESG durante este periodo. Las siguientes predicciones ESG con Trump son clave para anticipar los desafíos y oportunidades en este contexto de incertidumbre. Si bien la regulación federal en materia ESG podría debilitarse, los litigios, las acciones estatales y las normas internacionales seguirán ejerciendo presión sobre las empresas.
Predicciones ESG con Trump…
1. Aumento de litigios ESG
Uno de los efectos más evidentes de una administración Trump será el incremento de litigios ESG. Sin nuevas regulaciones federales en el horizonte, las disputas legales se convertirán en el principal campo de batalla entre defensores y detractores de estas políticas. Empresas con compromisos ESG enfrentan un mayor riesgo de demandas por presunto «lavado de imagen verde», mientras que las que decidan retirarse de estos compromisos también podrían ser blanco de litigios por incumplimiento con inversionistas.
Los fiscales generales de estados republicanos podrían impulsar acciones legales contra instituciones que promuevan ESG, alegando prácticas anticompetitivas o discriminación inversa. Por otro lado, estados demócratas como California mantendrán su tendencia a litigar contra empresas por falta de transparencia en materia ambiental y social. La incertidumbre legal obligará a las compañías a reforzar su cumplimiento normativo y la solidez de sus reportes de sostenibilidad.
En este escenario, la gobernanza empresarial será fundamental. Las compañías deberán blindar sus estrategias ESG con evidencia verificable y procesos rigurosos de control de información. De lo contrario, enfrentarán un panorama de litigios prolongados que podrían afectar su reputación y desempeño financiero.
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2. El fortalecimiento del movimiento anti-ESG
Durante la presidencia de Biden, los esfuerzos ESG fueron impulsados desde el gobierno federal, pero con Trump en el poder, el movimiento anti-ESG se consolidará con nuevas estrategias. Líderes republicanos ya han promovido leyes estatales que penalizan a empresas con políticas ESG, excluyéndolas de gestionar fondos de pensiones estatales o participar en contratos públicos.
A nivel privado, la resistencia a ESG se ha manifestado en campañas mediáticas y boicots corporativos. Empresas que anteriormente defendían estos criterios han comenzado a reconsiderar sus posturas ante la presión política y económica. Un ejemplo de ello es la reciente decisión de BlackRock de retirarse de la iniciativa Net Zero Asset Managers.
Para las compañías, navegar entre estas posturas será un desafío estratégico. Reducir sus compromisos ESG puede evitar conflictos con actores anti-ESG, pero también puede generar rechazo entre clientes e inversionistas con expectativas claras en sostenibilidad. La clave estará en desarrollar enfoques flexibles que equilibren cumplimiento y viabilidad operativa.
3. Menor apoyo a propuestas ESG de accionistas
Las propuestas de accionistas han sido una herramienta clave para impulsar cambios ESG dentro de las empresas. Sin embargo, con la nueva administración, es probable que disminuya su efectividad, ya que la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) podría flexibilizar la exclusión de estas iniciativas en las votaciones corporativas.
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Históricamente, las propuestas ESG han logrado avances en transparencia climática y equidad laboral. No obstante, el respaldo de los principales fondos de inversión ha caído en los últimos años, lo que sugiere una menor presión en este ámbito. Con la SEC bajo liderazgo republicano, se espera que muchas propuestas sean bloqueadas antes de llegar a votación.
A pesar de ello, grupos activistas y estados con regulaciones más estrictas seguirán promoviendo estos temas. Empresas con presencia internacional deberán considerar normativas extranjeras, donde ESG sigue siendo un estándar de reporte obligatorio, mitigando la dependencia de regulaciones federales en EE.UU.
4. Retiro de compromisos ESG en empresas
Muchas compañías han establecido ambiciosos objetivos ESG en los últimos años, pero con un entorno político menos favorable, podrían reconsiderar sus metas. Algunas ya han comenzado a ajustar o retirar compromisos relacionados con emisiones netas cero y diversidad, equidad e inclusión (DEI).
Factores como la presión regulatoria reducida, la necesidad de maximizar ganancias y el temor a litigios por declaraciones engañosas están influyendo en estas decisiones. Si bien algunas empresas mantendrán sus objetivos de sostenibilidad, otras optarán por estrategias más discretas para evitar conflictos.
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No obstante, reducir compromisos ESG puede tener efectos adversos a largo plazo. Inversionistas, consumidores y empleados siguen priorizando estos valores, y un cambio drástico en la estrategia podría erosionar la confianza en la empresa. Mantener un enfoque equilibrado será clave para gestionar riesgos sin comprometer la credibilidad corporativa.
5. Predominio de normativas estatales e internacionales
Con un gobierno federal menos inclinado a regular ESG, serán los estados y las normativas extranjeras quienes marquen el rumbo. California y Nueva York ya han establecido leyes estrictas en divulgación climática y gobernanza corporativa, que afectarán a empresas con operaciones nacionales e internacionales.
En el ámbito global, la Unión Europea seguirá imponiendo requisitos ESG más rigurosos, como la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD). Empresas estadounidenses que operen en mercados internacionales deberán alinearse con estos estándares, independientemente de las políticas federales de Trump.
Este panorama fragmentado puede generar desafíos para las compañías, que deberán equilibrar distintas regulaciones en cada jurisdicción. Sin embargo, también representa una oportunidad para aquellas que adopten prácticas ESG consistentes a nivel global, asegurando su competitividad en mercados con altos estándares de sostenibilidad.
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Adaptación en un entorno incierto
Las predicciones ESG con Trump reflejan un panorama cambiante en el que las empresas deberán tomar decisiones estratégicas para mitigar riesgos y mantener su reputación. Mientras el gobierno federal reduce su apoyo a ESG, el litigio, la presión de los estados y las regulaciones internacionales seguirán impulsando su relevancia.
Las empresas que logren equilibrar sus estrategias, adaptándose a la nueva dinámica política sin abandonar sus compromisos de sostenibilidad, estarán mejor posicionadas para el futuro. La clave será una planificación cuidadosa que les permita sortear la incertidumbre sin comprometer su competitividad en el mercado global.