A medida que la demanda por contenido no sexista crece entre los consumidores, los mensajes a favor del empoderamiento de la mujer parecen ganar popularidad entre las marcas convirtiéndose en tendencia tanto editorial como publicitaria, dando origen a una ola de materiales que rompen con los estereotipos de belleza, critican el lenguaje sexista y hasta condenan la violencia de género, pero sin erradicar del todo aquellos que continúan enalteciendo los cuerpos que por años se han considerado perfectos, y algunos otros roles que se atribuyen hombres y mujeres.
Algunos de estos esfuerzos han sido objeto de polémica en más de una ocasión debido a la forma de su mensaje, como la campaña en la que FckH8 presentó a niñas pequeñas vestidas de princesas promoviendo esta causa a través de un lenguaje muy poco apropiado, o aquel comercial en el que Dove dejó entrever a mujeres incapaces de reconocer un placebo.
Sin embargo la forma del mensaje no es lo único que puede resultar polémico en el discurso feminista de las marcas; la ausencia de prácticas realmente responsables con la equidad de género también constituye un importante factor de riesgo debido a la incongruencia de algunas compañías. Retomando el caso de Dove, se trata de una marca que pertenece a Unilever, al igual que Axe, que en diversas ocasiones ha sido blanco de fuertes críticas debido a las campañas en las que presenta a la mujer como un objeto sexual; incongruencia que ha costado muchos puntos en la credibilidad de la compañía respecto a su compromiso con la equidad.
Pero ¿puede una empresa respaldar sus mensajes a favor del empoderamiento sin riesgos? A continuación una guía para lograrlo.