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Entendiendo la Responsabilidad Social7 acciones para garantizar la equidad salarial entre mujeres y hombres

7 acciones para garantizar la equidad salarial entre mujeres y hombres


La brecha salarial de género sigue siendo una realidad en América Latina. A nivel regional, las mujeres ganan en promedio un 20% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo. Esta desigualdad no solo afecta la economía de las mujeres, sino que perpetúa ciclos de pobreza y limita su desarrollo profesional y personal. En países como México, la diferencia es aún más alarmante, alcanzando hasta un 35% en algunos sectores.

Garantizar la equidad salarial es esencial para reducir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico. Cuando las mujeres reciben un salario justo, aumentan su capacidad de inversión en educación, salud y bienestar familiar, generando un impacto positivo en la sociedad. Además, según el Foro Económico Mundial, si para este 2025 las mujeres hubieran logrado una participación idéntica a la de los hombres en el mercado laboral, el PIB global se habría elevado en promedio un 26%, un dato que señala que el progreso de ellas significa también un progreso colectivo.

Las consecuencias de la inequidad salarial no solo afectan a las mujeres, sino también a las empresas y economías nacionales. Organizaciones que promueven la igualdad salarial tienen empleados más comprometidos y reducen la rotación de personal. En contraste, aquellas que mantienen brechas salariales pueden enfrentar sanciones legales y pérdida de reputación, especialmente en mercados con regulaciones estrictas sobre equidad de género.

La desigualdad salarial en México según el género

En México, la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres sigue siendo preocupante. Mientras que el ingreso promedio mensual de los hombres es de 9,762 pesos, el de las mujeres es de solo 6,360 pesos, lo que representa una brecha del 35%. Además, el 55% de las trabajadoras se encuentran en la informalidad, donde no cuentan con prestaciones ni seguridad social, lo que agrava la situación de desigualdad.

Diversos factores contribuyen a esta disparidad. La discriminación laboral, la falta de acceso a posiciones de liderazgo y la sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado limitan las oportunidades de crecimiento profesional de las mujeres. Asimismo, la violencia laboral afecta a 3 de cada 10 mujeres en México, reduciendo sus posibilidades de ascenso y estabilidad en el empleo.

Cerrar la brecha salarial requiere un esfuerzo coordinado entre el sector público y privado. Implementar políticas de transparencia, fomentar la inclusión de mujeres en sectores estratégicos y desarrollar un sistema de cuidados son algunas de las acciones que pueden marcar la diferencia. A continuación, presentamos algunas estrategias clave para garantizar la equidad salarial entre mujeres y hombres.

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7 acciones para garantizar la equidad salarial entre mujeres y hombres

1. Implementar tabuladores salariales equitativos

Uno de los principales factores que propician la desigualdad es la discrecionalidad en la fijación de sueldos. Muchas empresas carecen de criterios objetivos para determinar los salarios, lo que genera diferencias de género y perpetúa prácticas de discriminación en la remuneración. Esto ocurre con mayor frecuencia en sectores con poca regulación salarial, donde la negociación individual es la principal forma de establecer remuneraciones.

Para evitarlo, es fundamental establecer tabuladores salariales claros y basados en competencias, experiencia y responsabilidades. Estos tabuladores deben ser revisados periódicamente para asegurar que reflejan la realidad del mercado y que no existen sesgos de género en la asignación de sueldos. También se recomienda que estos criterios sean comunicados abiertamente a los empleados para fomentar la confianza en las políticas de pago.

Además, países como Alemania han implementado regulaciones que obligan a las empresas a justificar cualquier diferencia salarial entre hombres y mujeres que desempeñen el mismo rol. Estas políticas han reducido significativamente la brecha salarial en sectores estratégicos y han servido de modelo para otras naciones en la lucha por la equidad de género en el ámbito laboral.

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2. Fomentar la transparencia salarial

La falta de información sobre salarios perpetúa la desigualdad, ya que muchas mujeres desconocen si reciben un pago justo en comparación con sus colegas hombres. En muchos casos, las empresas mantienen en secreto los rangos salariales, lo que dificulta la identificación de inequidades salariales. La ausencia de datos concretos impide que tanto empleados como reguladores puedan tomar medidas correctivas oportunas.

Promover políticas de transparencia salarial, donde las empresas hagan públicos los rangos salariales de cada puesto, ayuda a detectar y corregir inequidades. Países como Islandia han implementado auditorías salariales obligatorias, logrando avances significativos en equidad. Estas auditorías permiten a los empleados acceder a información sobre los sueldos y asegurarse de que sus salarios son acordes con sus responsabilidades y desempeño laboral.

Además, la transparencia impide que se normalicen prácticas discriminatorias y permite que los empleados negocien con mayor seguridad. En México, la Ley de Igualdad Salarial establece la obligación de garantizar equidad de sueldos, pero su aplicación aún es deficiente debido a la falta de mecanismos efectivos de supervisión y sanción.

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3. Promover la inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo

La ausencia de mujeres en altos cargos empresariales es un factor clave de la desigualdad salarial. Actualmente, solo el 10% de los CEO en México son mujeres, lo que limita la toma de decisiones inclusivas y la posibilidad de establecer políticas salariales equitativas dentro de las organizaciones. La subrepresentación femenina en el liderazgo empresarial perpetúa modelos laborales que favorecen a los hombres en términos de ascensos y remuneraciones.

Para revertir esta situación, es necesario implementar programas de mentoría y formación para que más mujeres accedan a puestos de liderazgo. Las empresas pueden establecer planes de desarrollo profesional con objetivos específicos para incrementar la representación femenina en niveles gerenciales y directivos. También se recomienda crear redes de apoyo para mujeres en el ámbito laboral que les brinden oportunidades de capacitación y crecimiento.

Asimismo, establecer cuotas de género en consejos directivos, tal como lo han hecho países europeos con resultados positivos, ha demostrado ser una estrategia efectiva. Según un informe del Banco Mundial, las empresas con mayor presencia femenina en posiciones de liderazgo tienden a registrar mejores indicadores financieros y un mayor compromiso de sus empleados.

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4. Desarrollo de un Sistema Nacional de Cuidados

La falta de servicios de cuidado infantil y de adultos mayores recae principalmente en las mujeres, limitando su participación laboral y su acceso a empleos mejor remunerados. En México, el 75% del trabajo de cuidado no remunerado es realizado por mujeres, lo que reduce su disponibilidad para empleos de tiempo completo y afecta sus ingresos a largo plazo. Esta carga desigual de responsabilidades familiares se traduce en menos oportunidades de ascenso y menor estabilidad laboral para las mujeres.

Invertir en un Sistema Nacional de Cuidados permitiría que más mujeres ingresen al mercado laboral formal y tengan mayores oportunidades de crecimiento. Esto implica la creación de guarderías accesibles, centros de atención para adultos mayores y programas de apoyo para familias en situación de vulnerabilidad. Según estudios de la CEPAL, una inversión en este rubro podría reducir la brecha salarial en un 4.5% para 2035 y aumentar la participación femenina en el mercado laboral en un 10%.

Además, fortalecer el acceso a permisos parentales equitativos también es clave para promover la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos. Países como Canadá han ampliado significativamente sus licencias de paternidad, permitiendo que más hombres se involucren en el cuidado familiar, lo que a su vez contribuye a reducir las desigualdades de género en el ámbito laboral.

desigualdad de género

5. Reforzar la supervisión y sanciones por incumplimiento

La falta de cumplimiento de las leyes de igualdad salarial es un problema recurrente en muchos países. Aunque en México existen normativas que prohíben la discriminación salarial por género, la ausencia de mecanismos eficaces de supervisión y sanción permite que las empresas continúen con prácticas inequitativas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 40% de las mujeres en América Latina han experimentado algún tipo de discriminación salarial a lo largo de su carrera.

Para garantizar el cumplimiento de la legislación, es fundamental fortalecer la fiscalización mediante auditorías salariales periódicas e inspecciones laborales más rigurosas. En países como Islandia, las empresas deben demostrar activamente que cumplen con la equidad salarial o enfrentarse a multas y restricciones comerciales. Este tipo de medidas han reducido significativamente la brecha de género en el ámbito laboral y han generado incentivos para que las compañías adopten buenas prácticas.

Asimismo, la implementación de sanciones económicas y la restricción de contratos gubernamentales para empresas que incumplan con la equidad salarial pueden ser herramientas efectivas. La rendición de cuentas es clave para lograr un cambio real. Al exigir a las organizaciones transparencia y responsabilidad en sus políticas salariales, se genera un entorno laboral más justo y equitativo para todas las personas.

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6. Sensibilizar y capacitar a líderes empresariales

La equidad salarial no solo depende de regulaciones, sino también de un cambio cultural dentro de las organizaciones. Muchos líderes empresariales aún desconocen la magnitud del problema o lo ven como una cuestión secundaria. Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) revela que el 65% de los directivos considera que la brecha salarial de género no es una prioridad dentro de sus empresas. Este desconocimiento perpetúa desigualdades y dificulta la implementación de políticas efectivas.

Capacitar a líderes empresariales sobre los beneficios de la equidad salarial es una estrategia clave para generar un cambio estructural. Programas de sensibilización pueden ayudar a eliminar sesgos inconscientes y fomentar la adopción de prácticas justas de remuneración. Empresas que han implementado capacitaciones en equidad de género han reportado mejoras en la satisfacción y productividad de sus empleados, así como una reducción en la rotación laboral.

Además, contar con asesoría especializada en igualdad salarial permite a las empresas evaluar sus políticas de pago y hacer ajustes en función de criterios objetivos. Al fomentar una cultura organizacional basada en la equidad y la transparencia, las compañías no solo cumplen con la normativa, sino que también mejoran su reputación y competitividad en el mercado.

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7. Impulsar modelos de trabajo flexible

Las condiciones laborales rígidas afectan de manera desproporcionada a las mujeres, quienes suelen enfrentar mayores responsabilidades familiares. En México, las mujeres dedican en promedio 39 horas semanales al trabajo doméstico no remunerado, casi el triple que los hombres. Esta carga adicional limita sus oportunidades de ascenso y acceso a empleos mejor remunerados. Sin opciones de trabajo flexible, muchas mujeres se ven obligadas a aceptar sueldos más bajos o empleos informales.

Implementar esquemas de trabajo flexible, como el home office, jornadas reducidas y horarios escalonados, facilita la conciliación entre la vida laboral y personal. Empresas que han adoptado estas modalidades han visto un incremento en la productividad y en la retención de talento femenino. De acuerdo con un informe de McKinsey, aquellas organizaciones que ofrecen flexibilidad laboral tienen hasta un 20% más de mujeres en posiciones de liderazgo.

Asimismo, promover esquemas de teletrabajo con igualdad de condiciones salariales es crucial para evitar nuevas formas de discriminación. La digitalización ha abierto oportunidades para transformar la manera en que se trabaja, y garantizar que estos modelos sean accesibles y equitativos permitirá reducir la brecha salarial de género en el futuro.

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Más allá de la equidad salarial: otros desafíos a enfrentar

Garantizar la equidad salarial es solo el primer paso hacia una verdadera igualdad de oportunidades. Persisten desafíos estructurales como la brecha digital de género, que limita el acceso de las mujeres a empleos bien remunerados en tecnología e innovación. Además, la violencia laboral sigue afectando a miles de trabajadoras, quienes enfrentan acoso, discriminación y condiciones precarias que obstaculizan su desarrollo profesional.

Otro aspecto clave es el acceso al financiamiento para mujeres emprendedoras, quienes a menudo encuentran mayores dificultades para obtener créditos y apoyo institucional. La falta de redes de mentoría y programas de capacitación también restringe sus posibilidades de éxito, lo que perpetúa las desigualdades económicas. Para cerrar estas brechas, es fundamental implementar políticas que promuevan la inclusión financiera y el liderazgo femenino en todos los sectores.

Además, la educación en igualdad de género desde edades tempranas es crucial para desmontar estereotipos y generar un cambio cultural duradero. Promover modelos de liderazgo diversos y fomentar la corresponsabilidad en el hogar contribuirá a consolidar un entorno más justo. Si bien el sector privado, el gobierno y la sociedad han avanzado en esta agenda, aún queda un largo camino por recorrer para garantizar una verdadera equidad en el ámbito laboral.

Un compromiso colectivo para la equidad salarial

La equidad salarial no solo es un imperativo ético, sino también una estrategia clave para el desarrollo económico y social. Empresas que adoptan políticas de igualdad mejoran su productividad y retienen talento, mientras que los países que impulsan estas medidas registran un crecimiento sostenido. En este contexto, la transparencia, la rendición de cuentas y la regulación efectiva son esenciales para avanzar en la reducción de la brecha de género.

Sin embargo, la equidad salarial no puede abordarse de manera aislada. Debe integrarse en un enfoque más amplio que garantice derechos laborales, acceso a formación profesional y una redistribución justa de las responsabilidades de cuidado. La corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el hogar y en el trabajo es fundamental para construir un sistema más equitativo, en el que el género no determine las oportunidades económicas.

Lograr una sociedad sin brechas salariales requiere la colaboración de todos los sectores. Es necesario que gobiernos fortalezcan sus marcos normativos, que empresas adopten compromisos reales y que la sociedad impulse un cambio de mentalidad. Solo con una acción conjunta se podrá garantizar que las futuras generaciones crezcan en un entorno donde el talento y el esfuerzo sean los únicos factores que determinen el éxito profesional.

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