El Instituto para la Conservación de las Ballenas (ICB), en Argentina, ha sido premiado por su programa sobre la ballena franca austral. En las últimas cuatro décadas la población de ballenas a la que sigue el ICB se ha multiplicado por diez: de 400 en 1970, a 4.000 en 2011
Dos actuaciones que logran en sus respectivos ámbitos mejoras palpables, medibles y perdurables, y que demuestran que es posible un modelo de desarrollo que cuida la naturaleza en vez de destruirla, son las galardonadas en esta edición de los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, que se entregan hoy en la sede de la Fundación BBVA en Madrid.
La Fundación Global Nature recibe el premio Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España 2012 por su excepcional contribución a la recuperación de los humedales.
En la categoría de Conservación de la Biodiversidad en Latinoamérica el ganador ha sido el Instituto para la Conservación de las Ballenas (ICB), en Argentina, «por su extraordinaria contribución durante más de cuarenta años al conocimiento y la preservación de la ballena franca austral».
En Difusión del Conocimiento y Sensibilización en Conservación de la Biodiversidad el galardón recae en el fotógrafo español Daniel Beltrá, «por documentar y difundir (…) la fragilidad y el deterioro de algunos de los ecosistemas más amenazados del planeta».
La ceremonia de entrega, presidida por el presidente de la Fundación BBVA, Francisco González, ha convocado a destacados representantes de la comunidad científica, de las organizaciones de conservación medioambiental, de responsables públicos de distintas administraciones y de especialistas en comunicación sobre el medio ambiente.
Los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, creados en 2004, reconocen a instituciones que desarrollan programas de conservación medioambiental en España y en América Latina, así como a comunicadores cuyo trabajo contribuye a proteger el patrimonio natural. Están dotados con un total de 580.000 euros distribuidos en tres categorías.
En su intervención, Francisco González, ha recordado nuestra fuerte dependencia de la naturaleza: “Por avanzada que parezca la sociedad del siglo XXI, para hacerla temblar bastan un clima global cambiante, terrenos de cultivo empobrecidos o, simplemente, unos recursos energéticos escasos. Para hacer frente a todas esas amenazas es absolutamente indispensable conocer cómo funciona nuestro planeta, y aprender a preservarlo”.
Para González, las actuaciones premiadas “demuestran que es posible lograr que la sociedad crezca y se desarrolle sin destruir su entorno; demuestran que nuestra relación con la naturaleza puede ser no de confrontación, sino de beneficio mutuo. Los humanos, al fin y al cabo, somos naturaleza. Ella y nosotros estamos juntos en esto”.
Y ha añadido: “Las actuaciones premiadas también tienen en común el haber logrado revertir de forma muy palpable, en apenas unos años, los efectos negativos de acciones pasadas”.
Humedales y modelos de desarrollo
“Los humedales son el mejor indicador de los modelos de desarrollo que tienen lugar en las cuencas hidrográficas a las que pertenecen”, afirma en su discurso de aceptación Eduardo de Miguel Beascoechea, director de la Fundación Global Nature.
“La protección de los recursos naturales en estas cuencas no es sólo una necesidad ecológica, sino económica”.
Uno de los objetivos de esta organización es que “el sector turístico revierta parte de sus beneficios en conservar el medio natural del que depende su actividad: paisajes, calidad de las aguas y biodiversidad”. “España mantiene la mayor biodiversidad de Europa Occidental y, por tanto, la biodiversidad debe ser signo distintivo dentro de la marca “E” de España”.
Los humedales españoles no han sido, en general, un tipo de ecosistema especialmente valorado. Su consideración de espacios no rentables e insalubres ha impulsado muchos intentos de desecarlos, y como resultado España ha perdido en el último siglo el 60% de sus humedales. Es «un problema ambiental de primer orden», explica De Miguel, porque «más del 40% de las especies amenazadas dependen de los humedales en algún momento de su ciclo biológico”.
La Fundación Global Nature lleva 20 años trabajando en la recuperación de humedales. Ha actuado sobre 88 complejos lagunares en todo el país, con una superficie global de más de 2.700 hectáreas: lagunas esteparias, turberas, embalses, estanques temporales, albuferas o lagunas litorales. Entre ellos están los Humedales de las cuencas del Guadiana y Tajo, en Toledo, Cuenca y Ciudad Real ; las Lagunas de Villacañas, en Toledo; el Tancat de Milia, en Valencia; o la Laguna de Louro, en A Coruña.
Una de las estrategias para la recuperación de estos humedales ha sido convertirlos en destino para el turismo de naturaleza. Los humedales de Villacañas reciben al año más de 4.000 turistas, y más de 20.000 las lagunas de Boada y La Nava, próximas a localidades de apenas centenares de habitantes. «El ecoturismo es ya un importante motor de desarrollo en el mundo rural», corrobora De Miguel. Global Nature ha abierto dos centros de interpretación ligados a los humedales, en Boada (Palencia) y en el Parque Natural de Monfragüe (Cáceres), visitados por más de 50.000 personas en la última década.
40 años siguiendo a las ballenas
“Las ballenas son verdaderos centinelas del estado de salud del mar”, afirma Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas (Argentina).“Las ballenas migran, viven en territorios inmensos y se reproducen en áreas que distan miles de kilómetros de las áreas donde se alimentan. Las ballenas nos muestran lo que le sucede al mar. Y lo que le suceda al mar, nos sucederá a nosotros”.
Cada septiembre desde hace cuarenta años los expertos del ICB sacan miles de fotos de las ballenas que llegan a las costas de Península Valdés, en la Patagonia argentina. Autores de una técnica que les permite reconocer individualmente a las ballenas en las fotografías, estos científicos han logrado construir un registro de 2.850 individuos cuya vida siguen con todo el detalle posible. Conocen a sus hijos, saben de sus viajes, su dieta, sus heridas… Una mina de información muy útil para identificar las principales amenazas para la especie, y diseñar estrategias de conservación.
El registro del ICB constituye el estudio de seguimiento individualizado de ballenas de mayor duración, y ha sido reconocido por el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional como uno de las más importantes del mundo para evaluar los efectos del cambio climático sobre las ballenas. Ha revelado ya, por ejemplo, que las ballenas francas de Península Valdés tienen menos crías cuando la temperatura superficial del mar es mayor de lo normal. “El calentamiento global podría tener profundos efectos sobre el kril y, como consecuencia, sobre sus predadores, entre ellos las grandes ballenas”, explica Sironi.
El trabajo del ICB también muestra que la población de ballena franca austral que usa Península Valdés como zona de cría se ha multiplicado por diez en las últimas décadas -de 400 ballenas en 1970 a 4.000 actuales-, logro atribuible en gran parte al Instituto. Como la Fundación Global Nature con los hmedales, el ICB también se ha esforzado por convertir a las ballenas en un recurso valioso para la población local. En Península Valdés el avistamiento de ballenas –hoy convenientemente regulado gracias a la acción del ICB- atrae cada año a 100.000 turistas.
Como explica Diego Taboada, presidente del ICB, “en Latinoamérica las comunidades costeras han encontrado que el turismo para observar ballenas de forma responsable es mucho más valioso que un plato de ballena; seguir pensando en comercializar la carne de ballena es anacrónico y va contra todo criterio de sustentabilidad a largo plazo”.
Imágenes para concienciar
“Mis fotos pretenden captar la transformación que nuestro mundo experimenta a causa del impacto del ser humano”, dice el fotógrafo Daniel Beltrá en su discurso. Su objetivo es “contribuir a generar más discusión pública y a concienciar de la necesidad de intentar buscar soluciones a los graves problemas medioambientales que nos acechan”.
Daniel Beltrá (Madrid, 1964) es presentado a menudo como un artista, pero él se define “casi como un reportero de guerra”: “Estamos en una batalla entre una especie dominante —nosotros— y el resto, y yo me dedico a mostrar lo que está pasando”. Su éxito se mide en un dato objetivo: lo lejos que llega su mensaje. El jurado le ha premiado “por documentar y difundir a través de su innovador trabajo fotográfico la fragilidad y el deterioro de algunos de los ecosistemas más amenazados del planeta”, subrayando además el hecho de que “sus instantáneas han alcanzado un amplio eco internacional” en las páginas de cientos de diarios y revistas de todo el mundo.
Beltrá empezó como fotógrafo de prensa. Empezó a colaborar con EFE a tiempo completo en 1989, pero buscando la forma compaginar su trabajo con su amor por la naturaleza contactó con Greenpeace y se ofreció como fotógrafo. Así, resultado de cubrir una campaña sobre ballenas de esta organización, publicó su primer reportaje de naturaleza. En 1992 se estableció como fotógrafo freelance y durante una década alternó la fotografía de naturaleza con la corresponsalía en Madrid de la agencia francesa Gamma Presse Images. En 2002 se traslada a Estados Unidos, donde sigue su labor como fotógrafo con Greenpeace entre sus principales clientes.
El trabajo en el vertido del golfo de México en 2010 ha sido de los que más le han impresionado: “Estuve un mes y medio, de los tres que duró la marea negra. Salíamos todos los días a hacer fotografías. Aquello no paraba, el petróleo seguía saliendo”.
Beltrá ha viajado prácticamente por todo el planeta, excepto Groenlandia. En la ceremonia de esta tarde anunciará que, gracias al premio Fundación BBVA a la Difusión del Conocimiento y Sensibilización en Conservación de la Biodiversidad, ése será precisamente su próximo destino.
Comunicado de Prensa