“Todos somos fugaces, todos nos iremos, por eso debemos respetarnos, por eso debemos trabajar, por eso debemos cosechar, respetar y conservar las cosas de la vida”.
La flor y el canto Cempoalxóchitl, poema Náhuatl
Por Iliana Molina
Una de las nuevas formas de practicar la responsabilidad social empresarial es partir desde lo que a la propia empresa le hace sentido.
Así, más allá de promover y perpetuar mecanismos verticales que no constituyen realmente una solución en la reducción de la pobreza, se debe y puede trabajar en impulsar esquemas que favorezcan el intercambio y las relaciones de ganar – ganar.
Varias empresas cuentan dentro de su estrategia comercial con programas de desarrollo de proveedores. ¿Por qué no vincular entonces a empresas tradicionales con presencia sólida en el mercado con empresas sociales que agrupan a pequeños productores?
Si bien los retos son grandes, este esquema ofrece barios beneficios para ambas partes.
Para las empresas consolidadas, ofrece la posibilidad de contar con proveeduría especializada, competitiva y oportuna. Además, permite la consolidación local y regional de integración y compromiso con la comunidad. Es un modelo que ofrece diferenciación frente a la competencia, mejoras en el clima laboral y, finalmente, contribuye al desarrollo sostenible.
Para las empresas de base comunitaria organizadas y formales, el esquema de desarrollo de proveedores permite eliminar intermediarios, tener acceso a mejores precios, incrementar los ingresos y empleos para la comunidad y con esto, impulsar el desarrollo comunitario.
Evidentemente, ni la relación ni los resultados son algo que se produzca de manera espontánea. Para que resulte, es necesario establecer compromisos, responsabilidades y alcances claros y medibles.
Asimismo, es fundamental fortalecer a los pequeños productores a partir del desarrollo de capacidades (técnicas, administrativas y humanas) y dar el acompañamiento puntual para encontrar soluciones a los obstáculos y dificultades que se vayan presentando. Esto en sí mismo constituye una ventana de oportunidad: contribuir al abatimiento de la pobreza no sólo impulsando modelos sostenibles sino también estableciendo relaciones donde los recursos que aporta la empresa van más allá de un simple donativo.
De esta manera, tiempo, talento y tesoro (las tres T de Crosby) son un recurso que cualquier persona puede poner a favor de un proyecto por el que decide apostar y comprometerse.
Muchas veces es más útil la transferencia de conocimientos, los contactos, la experiencia, que firmar un cheque. Esto se convierte en inversión cuando ambas partes deciden apropiarse de un proyecto común que los involucra y beneficia a ambos. Y este tipo de relaciones son las que, a largo plazo, contribuyen al verdadero desarrollo sostenible.
FUNDEMEX
Con el respaldo de las organizaciones empresariales más importantes de nuestro país, el Consejo Coordinador Empresarial creó en el 2004 laFundación del Empresariado en México, A.C.
FUNDEMEX desarrolla programas encaminados a crear y fortalecer las capacidades productivas de personas en pobreza, programas de empleabilidad para jóvenes en situación de vulnerabilidad y proyectos para profesionalizar a otras organizaciones de la sociedad civil para promover un sector creciente y eficaz.
FUNDEMEX diseñó la Alianza para el Desarrollo Económico Inclusivo (ADEI), con el convencimiento de que en México existen regiones que pueden ser tan productivas y rentables como las mejores del mundo, si se logra introducir la visión y los desempeños empresariales que permitan generar la productividad, la rentabilidad y la derrama económica suficientes para superar las condiciones de marginalidad existentes.
La ADEI tiene como objetivo establecer procesos de desarrollo local con posibilidades de impacto a nivel sectorial y respaldar procesos de crecimiento y trascendencia.
Aunque la capacitación técnica, el financiamiento, el acompañamiento y la gestión con organizaciones de base son necesarios, la diferencia de la ADEI con los enfoques tradicionales es que, además de estos aspectos, abarca la promoción humana, la formación empresarial y la incorporación de los destinatarios a la cadena de valor.
