Por muchos años el deporte había significado una receta idónea para legitimar casi cualquier acción política; pero con el capitalismo al extremo y el alto impacto del negocio y costos del deporte, esto ha llegado al fin de sus días.
Organizar el Mundial de Italia 1934 le dio buenos réditos a Benito Mussolini y los Juegos Olímpicos de 1936 fueron la presentación formal de Adolf Hitler ante el mundo. También la justa veraniega en México 1968 justificó y permitió que lo sucedido la noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco pasara a segundo término para el gobierno de nuestro país (los JO eran la excusa perfecta para olvidarlo).
Pero esas historias son cada más difíciles de repetir; al menos a la población le resulta ahora mayor motivo de indignación organizar un megaevento deportivo que un orgullo.
Rusia llevará en menos de cuatro años los dos eventos más importantes del planeta: Juegos Olímpicos en Sochi 2014 y el Mundial de Rusia en el 2018, pero además tendrá una fecha de la Fórmula 1 este año.
En plena Guerra Fría, esta noticia habría significado tan letal como una invasión a un país del bloque contrario. Pero hoy no, las consecuencias que pretende Vladimir Putin en Rusia no serán las mismas que las que conseguían los mandatarios durante el siglo pasado.
Hoy Sochi es debatido por todo el mundo: por los jefes de estado de otras naciones debido a las dudas de seguridad, por los grupos de derechos humanos que miran a los Olímpicos como una excelente excusa para protestar sobre la política antigay del país; además de que los grupos terroristas e islámicos aprovechan para reivindicar su lucha y las regiones separatistas claman la guerra para buscar su independencia.
Sochi tendrá además la justa deportiva más cara de todos los tiempos: más de 51,000 millones de dólares para que Putin muestre —como dijo cuando le otorgaron la sede en Guatemala en el 2007— “la Rusia moderna”.
Pero la modernidad llegó con protestas, reclamos, desigualdades sociales, daños ecológicos y un derroche excesivo. ¿A qué se equipara la inversión de Sochi?… Apenas hace un par de años, Barack Obama anunció que los países del G8 (los más poderosos del mundo) invertirían 22,000 millones de dólares en países pobres para la lucha contra la pobreza durante los próximos años… Ni siquiera la mitad de lo que costaron los Juegos Olímpicos de Invierno que inician este fin de semana.
EL DINERO QUE PAGARÁN POR TENER EL MUNDIAL, F1 Y JUEGOS OLÍMPICOS
La inversión que hará Rusia —desde el 2007 al 2018— será de al menos unos 90,000 millones de dólares (entre Mundial, F1 y JO).
La gente en las calles no lo mira con orgullo; contrario a ello, protesta. Pero la nación más poderosa de la ex Unión Soviética no es un caso único. Hace un año, las noticias llegadas desde Brasil eran las protestas en las calles por los recursos que se destinaron para organizar la Copa Confederaciones y el Mundial de Futbol de este año.
Los académicos dicen que, en sociedades con mucho mayor nivel de análisis, lo natural es que venga la indignación ante lo que ellos pueden catalogar como injusticias.
Por ejemplo, para los Juegos Olímpicos que se realizaron en Beijing, en el 2008, las protestas llegaron desde la comunidad internacional, criticando que una nación que violaba los derechos humanos, explotaba, castigaba y reprimía fuera capaz de tener una fiesta mundial y de la paz.
El deporte como negocio camina con pasos firmes para hartar a la sociedad. Como business ha dejado tanto dinero, y con ello intereses, que deja de ser para la gente, volviéndose sólo para unos cuantos. No le extrañe que en un futuro ganar la sede de unos Juegos Olímpicos pueda ocasionar una revolución.
Fuente: El Economista.