A mí, hablar del PC todavía me evoca la referencia a un partido político. Para mis hijos y mis alumnos, sólo puede significar la referencia a un ordenador. Cuando me dedico a la sociología recreativa suelo decir que éste es un resumen sintético de lo que fue el siglo XX: del PC al PC.
Del PC al PC. Más allá de organizaciones concretas y de artefactos mentales, quizás es el símbolo de una transformación de talantes y actitudes; de maneras de ver el mundo y de situarse en él. De un discurso que parte de la preocupación social y de la suerte de los empobrecidos a un discurso que remite primariamente a las capacidades y recursos personales. De una perspectiva orientada a transformar el mundo a una tendencia a ver el mundo desde mi perspectiva. De una actitud que se pregunta cómo contribuyo a transformar el mundo a una actitud que busca –a golpe de click- lo mejor que me ofrece el mundo. De una preocupación por un futuro que no veremos a una exigencia de lo quiero ya. Y así podríamos seguir. Pero, ¿por qué deberíamos seguir en esta línea? Expresarse mediante contraposiciones es cómodo, pero no siempre hace justicia a la realidad. La vieja tensión de ver y comprender la realidad humana a la vez desde lo social y desde lo personal sigue siendo un reto a nuestra capacidad vital de integración, aunque muchas veces se concrete en un monumento a nuestra capacidad mental de simplificación dualista. También és un reto para la sociedad del conocimiento. Y, sobre todo, para vivir en, desde y para un cambio de época.
Cada época nos ha dejado términos y referencias éticos fundamentales. Términos y referencias que ya forman parte de nuestro patrimonio y de nuestra urdimbre vital, y que no caducan con la época que las ha visto nacer. Términos y referencias que se han configurado en diálogo con las temáticas, los retos, las esperanzas y los sufrimientos cruciales de cada momento histórico. Mi modesta apuesta personal es que una categoría ética básica en la sociedad del conocimiento será la categoría de proyecto. Una sociedad como la nuestra, abierta, orientada al aprendizaje y a la generación de conocimiento, vive de proyectos. De proyectos compartidos. Proyecto compartido, un nuevo PC para el siglo XXI. El PC que necesitamos hoy.
Aprender a construir proyectos, a compartirlos y a comprometerse con ellos no requiere únicamente desarrollar tecnologías. Requiere también la capacidad de desarrollar actitudes y valores. No requiere únicamente tomar decisiones. Requiere también la capacidad de discernir y de comprometerse. No requiere únicamente capacidad analítica. Requiere también la capacidad de dar significado y sentido. Pero ni las actitudes, ni los valores, ni el discernimiento, ni el compromiso, ni el significado ni el sentido nos vendrán dados automáticamente. Para ellos no hay manual de instrucciones ni sitio al que consultar, ni autoridad a la que obedecer, ni líder que conozca el camino y nos los muestre. Los aprenderemos y profundizaremos en ellos en la medida que articulen nuestros proyectos compartidos y vertebren su desarrollo.
Aprender a construir y compartir proyectos no es una cuestión retórica. Es una cuestión práctica, eminentemente práctica. Pero no se reduce a objetivos y resultados. Porque todo proyecto refleja y promueve unos valores fundamentales, un modelo de relaciones personales y sociales, una visión del ser humano, una comprensión de lo que es calidad humana. Y de esto también hay que hablar. Y sobre esto también hay que trabajar.
Una ética a la altura de nuestro tiempo debería ayudarnos a comprender un país, una organización, un itinerario personal –también un itinerario personal- como proyectos compartidos, cada uno con su registro propio y a su nivel. ¿En qué medida nuestros países, nuestras organizaciones, nuestras vidas personales, son hoy proyectos compartidos?
Josep M. Lozano
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).
Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad