Por: Antonio Tamayo Neyra
La Responsabilidad Social no solamente concierne a las empresas, también y de forma primordial al gobierno por su propia naturaleza.
En términos generales y por lo tanto puede sonar atrevido, es posible observar en muchas sociedades que los objetivos de los gobiernos y del sector privado son divergentes. Es claro que alguien puede decir y con cierta razón, que lo son porque buscan aspectos diferentes, la empresa busca su utilidad económica y en cambio el gobierno, pretende logros de beneficio común sin considerar primordialmente la rentabilidad económica de sus proyectos.
Lo anterior ha sido el paradigma que ha imperado en gran parte del pasado, y por lo tanto se ha considerado y se considera actualmente como algo normal y hasta en cierto sentido natural. Sin embargo esta mentalidad se ha llevado al extremo, y así es posible ver empresas en que la premisa básica es la rentabilidad máxima posible sin considerar sus repercusiones sociales y ambientales, y por el otro lado, gobiernos en donde los funcionarios públicos piensan en el desarrollo y futuro de su carrera política, y actúan como si ellos tuvieran las mejores soluciones sin considerar a los posibles afectados. En pocas palabras, ambas entidades, empresas y gobiernos, actúan en forma autista, pensando por sí y para sí mismos, si considerar que son parte de una sociedad y que tiene responsabilidades para con el resto de los miembros de la misma.
Y si bien se escucha en forma retórica que los gobiernos se deben a la sociedad que incluye a las empresas, es común escuchar por otro lado el enorme cabildeo que realizan estas empresas para que las decisiones gubernamentales no les afecten negativamente, o bien que las disposiciones que se realicen les convengan a sus intereses y nada más.
En otras palabras, el ser humano es visto por los gobiernos como ciudadano y un votante o elector, y por parte de las empresas es únicamente un consumidor como miembro de un mercado.
La pregunta por lo tanto es: ¿Hasta dónde existe la conciencia de una sociedad y que ambas entidades se deben a ella por distintos medios? O dicho en otra forma: ¿Existen una conciencia o conocimiento de su Responsabilidad Social? Y aunque probablemente suene audaz, el que se den cuenta que ambos, gobierno y empresas, son un medio para el bienestar social.
La Responsabilidad Social no es una moda o una forma de gestión con visión filantrópica, sino un deber que compete a todos los actores sociales, empresas, gobiernos e individuos, que por el hecho de vivir en sociedad se adquiere dicha responsabilidad.
Y siguiendo esta línea de pensamiento, si los gobiernos y empresas se preocupan por atender al resto de los actores sociales, llámense ciudadanos, votantes o consumidores, requieren trabajar en forma conjunta, siendo el medio la búsqueda de sus objetivos particulares, pero como fin de ambos el atender de manera plena a dicha sociedad.
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso)
También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales.
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.