El pasado miércoles 13 de agosto, un largo reportaje en el New York Times describió la vida de Jannette Navarro, una barista de Starbucks de 22 años, y las dificultades que tiene para cubrir su complicado horario. Navarro es una madre soltera, que depende de un horario azaroso y caótico.
El texto admite que el trabajo en Starbucks le permite a Navarro tener un sueldo más estable y con mejores beneficios que el que ofrecen otros puestos similares en empresas de comida rápida, pero también que el horario, creado por un software y publicado a veces con tan solo tres días de anticipación, hace muy difícil para los empleados tener una vida familiar estable, e incluso mejorar su educación. Navarro, por ejemplo, tuvo que mudarse de casa de su tía porque a esta le molestaba su falta de rutina, y no puede inscribirse a la universidad para obtener su título porque no sabe si podrá llegar a las clases.
Otro problema del software que elabora los horarios es lo que los empleados llaman «clopening«, uniendo las palabras «cerrar» y «abrir», porque en ocasiones una persona tiene que quedarse hasta tarde para cerrar la tienda, solo para regresar unas horas después a abrir. Por supuesto, esto tiene un efecto negativo en la motivación y en la productividad de cualquiera, pero también en su salud, en sus relaciones y en su desarrollo como persona. Pero si Navarro pidiera trabajar en horas más normales, lo más probable sería que acabara con menos horas en total, lo que haría imposible cubrir sus gastos.
Como respuesta a esta importante historia, la compañía anunció por medio de un correo electrónico a sus colaboradores que revisará sus políticas para evitar este tipo de problemas. Cliff Burrows, presidente del grupo que está a cargo de Starbucks en Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica, concedió además una entrevista al NYT, donde dijo que el reportaje le dio a la empresa «una verdadera oportunidad de escuchar la voz de nuestros socios», explicando que la regla es que los horarios se publiquen con una semana de anticipación, cosa que no siempre sucede. También prometió que el software será revisado para que los gerentes de las tiendas puedan manipularlo más (aunque no dijo cómo), y que se ofrecerá a empleados con un traslado de más de una hora entre sus casas y la tienda un cambio a sucursales más cercanas.
Para algunos baristas entrevistados por el mismo medio, estas medidas son un buen comienzo pero no son suficientes. Además, el resultado dependerá mucho de qué tanto esfuerzo ponga cada gerente en mejorar los horarios. En general, parece que la compañía está fallando en vivir sus ideales, ya que son muchos los colaboradores que están sufriendo este tipo de políticas, no solo Jannette Navarro.