La crisis global del 2008 fue originada por muchos factores, pero uno de ellos fue sin duda, el cúmulo de decisiones tomadas por banqueros sin escrúpulos que detonaron una crisis crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados.
Tras el incidente, muchos reclamaron a las grandes escuelas de negocios la falta de programas éticos en sus planes de estudio o incluso, el contar con estas materias pero solo como un simple trámite y no resaltando la preponderancia de inocular en los estudiantes una visión de respeto a la sociedad.
Desde esa fecha, la inclusión de conceptos de responsabilidad corporativa en los programas, se ha acentuado. No obstante, también vale la pena preguntarse sobre los alumnos ¿Qué tan a fondo están dispuestos a llegar en temas de relacionamiento con la comunidad o en temas ambientales?
La responsabilidad social, como parte de programas de enseñanza, no es pues únicamente unilateral; para que dé fruto la semilla del conocimiento, ésta debe también caer en buena tierra.
Para que esto se logre, el deseo de adquirir cada vez más conocimientos debe ser incentivado en el alumno, pero no solo como una vía para crear negocios y hacerlos rentables; no solo para que pueda desenvolverse como un profesional que obtenga dividendos de su profesión, sino haciéndole comprender que su habilidad y conocimientos existen para la solución de problemas sociales, tecnológicos y científicos.
La deshumanización del individuo deviene de buscar solo la perfección técnica, abandonando los valores universales.
Cuando se logra humanizar el proceso, tanto por parte de la academia como del estudiante, podemos hablar de que se ha alcanzado un individuo con potencial y responsabilidad. En este video por ejemplo, de una alumna de sicología de la Universidad Piloto de Colombia, puede constatarse la presencia de ambas dimensiones.
Cuando el estudiante no se compromete, tampoco asume su rol en la comunidad ni ante el planeta,y deja que otros decidan su vida, que otros asuman el liderazgo y las decisiones que afectan a la comunidad y el planeta.
De allí la importancia de asumir la responsabilidad, no solo en las empresas, sino desde la formación como individuos, como miembros de una familia, y como células de la vida social.
La responsabilidad implica conocer y aceptar los límites éticos en el desempeño de una profesión, teniendo en cuenta que estos interactúan con otros sistemas como el medio ambiente, otras comunidades, organizaciones sociales, empresas e instituciones públicas.
Ése es el gran reto de las instituciones académicas hoy ¿Qué universidades estarán a la altura para enarbolarlo? ¿Qué estudiantes responderán a su llamado?