La huella de carbono no solo mide cuanto emite una empresa en la manufactura y entrega de un bien o servicio. Multinacionales como Kraft Foods y Unilever encontraron que más del 90% de sus emisiones de gases efecto invernadero estaban en las operaciones de su cadena de valor. Para que una empresa verdaderamente reduzca su huella debe atender el análisis completo de sus operaciones.
Hoy en día la sostenibilidad le exige a las empresas mirar más allá de sus paredes e internalizar todos los efectos que sus operaciones generan. Esta no es tarea sencilla, sin embargo, es la oportunidad de las organizaciones de resolver lo que es importante, y no solamente lo que es fácil.
En cuestión de la huella de carbono existen un sinfín de parámetros y limitantes que una empresa se puede poner para cuantificarla. Para estandarizar sus emisiones de gases de efecto invernadero, muchas empresas y organizaciones a nivel internacional decidieron alinearse con respecto a los estándares propuestos por el GHG Protocol, que es una iniciativa del Instituto Mundial de Recursos y el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible.
Este dicta que todas las instituciones tienen tres tipos de emisiones: directas por operaciones propias (alcance 1), indirectas por consumo de energía (alcance 2), e indirectas a lo largo de la cadena de valor, tanto en consumo previo como posterior a las operaciones de la organización (alcance 3). Estas últimas incluyen las emisiones relacionadas con las operaciones de sus proveedores, su consumo de recursos, así como el uso del bien o servicio que le da el cliente y la disposición del mismo.
Las emisiones del alcance 3 son las más complejas de atacar, pues quedan fuera de las manos directas de la empresa. Muchas organizaciones internacionales públicamente admiten que no hacen el intento por mitigar esas emisiones, tales como IBM u Oracle. Sin embargo, internalizarlas significa una buena oportunidad de generar prácticas sostenibles, pues más de la mitad de las emisiones de una empresa común son de este tipo.
En su lugar se pueden observar las buenas prácticas de las empresas que ya lo están haciendo. Por ejemplo la multinacional Centrica, empresa dedicada a la distribución de energía eléctrica en Gran Bretaña, decidió enfocarse en la reducción por parte de sus consumidores, pues identificaron que eran un gran punto de contaminación. Para esto crearon campañas de concientización mediante su departamento de mercadotecnia, y desarrollaron tecnología más eficiente para que fuera comercializada.
Los negocios han encontrado que desarrollar una cadena de valor orientada a reducir las emisiones del alcance 3 resulta en un retorno de inversión positivo, pues:
Identifican y entienden los riesgos y oportunidades relacionados con las emisiones.
Establecen metas de reducción y monitorean el rendimiento.
Aprovechan para enganchar a sus proveedores y demás grupos involucrados en su cadena de valor a la misión de sostenibilidad de la organización.
Mejoran en el desempeño de la cadena de valor a través de la optimización de la línea de distribución, mejorara la eficiencia energética de la organización y reducción de costos en logística, combustible, mano de obra, etc.
Incrementan el valor de los procesos, generando ahorro en costos a la empresa por una baja en el valor de su materia prima y una oportunidad de reutilizar materiales, al mismo tiempo que se redujo el impacto ambiental de su cadena de valor.
El beneficio principal es el optimizar toda la línea de producción del bien o servicio, pues al hacerla más eficiente se asegura la longevidad del mismo a través del tiempo (considerando un futuro con recursos limitados debido a efectos del cambio climático y crecimiento poblacional).
Las estrategia para reducir las emisiones del alcance 3 pueden partir de cualquier departamento de la empresa: Ventas y Mercadotecnia que tienen que ver con los clientes, Abastecimiento y Compras que buscan proveedores más ecológicos, Investigación y Desarrollo que buscan nuevos materiales de empaques que reduzcan el impacto en disposición, etc.
Para lograr esto es importante permear la idea a lo largo de los colaboradores a través de la formación de una cultura sostenible de manera que se aproveche al máximo el potencial de cada área para cumplir el objetivo. Por ejemplo la empresa canadiense Bombardier cuenta con un programa en el que sus empleados aportan con ideas para mejorar las operaciones medioambientales en base a su propia experiencia. Esto resultó en la implementación de 31 proyectos que han ahorrado más de un millón de dólares y 3,300 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.
Apostarle a esta estrategia permite a la organización apuntalarse en la búsqueda de la sostenibilidad al mismo tiempo de asegurar su crecimiento y permanencia en el futuro.
SUSTENTUS concentra sus esfuerzos en el área de sostenibilidad, por medio de estudios orientados hacia la gran empresa y el emprendimiento social, propiciando la vinculación entre la academia, la iniciativa privada, y las organizaciones de la sociedad civil para el desarrollo de proyectos conjuntos.
El centro pertenece a la EGADE Business School sede Monterrey, y es dirigido actualmente por su fundador el Dr. Gerardo Lozano Fernández, quien ha estudiado la sostenibilidad empresarial desde el año 1999.En esta columna encontrará casos sobre empresas y OSC que han generado un desarrollo sostenible en diversos países de Latinoamérica. Además encontrará diversos análisis y opinión sobre las tendencias y prospectiva de la sostenibilidad empresarial a nivel internacional.