En la última década, varios eventos han demostrado la importancia de extender la responsabilidad social a la cadena de valor. Algunos de ellos han sido muy trágicos y han costado vidas humanas, mientras que otros han mostrado la unión de la comunidad empresarial para encontrar soluciones que aseguren que sus valores éticos lleguen a todos los espacios que tocan los negocios.
Las empresas son cada vez más globales, lo cual hace difícil tener un control de todos los impactos, pero el que sea complicado no significa que no deba hacerse. Episodios como el derrumbe de Rana Plaza en Bangladesh demuestran que todavía falta mucho por hacer para garantiza la seguridad de todos los trabajadores, y que los grupos de interés están mirando muy de cerca a las empresas para saber cómo sortearán estos obstáculos.
En cuestión ambiental, no basta cono conocer las emisiones de carbono de las fábricas o sedes de las empresas, sino que hacen falta evaluaciones a fondo que permitan conocer las huella de carbono total en todo el ciclo de vida de los productos. Para esto son también muy valiosas las alianzas tanto dentro de una industria como multisectoriales, y se están multiplicando las herramientas y las coaliciones que buscan estos objetivos.
La década pasada demostró una evolución de la RSE, en muchas ocasiones impulsada no por la proactividad de las compañías sino por desastres que hubieran podido evitarse con una mayor preparación. ¿Qué esperamos ver en los próximos diez años? Una disminución importante de accidentes, un mayor liderazgo por parte de las empresas y la continuación de la tendencia de generar alianzas.
A continuación, una infografía que utilizó datos de Sedex, una coalición británica sin fines de lucro que impulsa la RSE en la cadena de suministro: