¿Alguna vez te has preguntado cómo es que ciertas construcciones permanecen erguidas ante terremotos, huracanes, tornados y demás desastres naturales? Resulta ser que esto no es solo producto de la casualidad. A pesar de ser fenómenos naturales que suceden de forma inesperada, las edificaciones son previamente estudiadas para soportar estas catástrofes.
Para lograr una adecuada resistencia de las construcciones en distintos escenarios, se utilizan herramientas y técnicas que ponen a prueba los materiales y estructuras. Tal es el caso de los túneles de viento ¿alguna vez habías escuchado hablar de ellos?
Túnel de viento
De acuerdo al Instituto Tecnológico de Energías Renovables un túnel o laboratorio de viento es “una instalación en la que se obtiene un flujo de aire rectilíneo y uniforme a una velocidad determinada, en una cámara de ensayos.” Dentro de la cámara se colocan objetos reales o maquetas para observar el efecto que tendrán con el aire, de manera que puedan diseñarse soluciones necesarias para su resistencia.
Esta técnica es utilizada en distintas disciplinas, como la aeronáutica, la ingeniería civil, ingeniería agrícola, arquitectura, ciencias del deporte y en estudios de energía renovable.
Recientemente, apostando a la investigación a través de tecnología y a la prevención de desastres por medio de infraestructura de calidad, ICA en conjunto con la UNAM y el CONACYT inauguró el primer laboratorio de viento en México, en Ciudad Universitaria; el cual forma parte de Laboratorios de Estructuras y Materiales de Alta Tecnología (LemAT), que está integrado a la red de centros para la formación e innovación de la alianza FiiDEM, el conjunto de laboratorios para la innovación en temas relacionados a infraestructura.
¿Cómo funciona?
El ventilador del laboratorio genera vientos con una velocidad máxima de 100 km/h, que tras su paso por la cámara de asentamiento llega a simular los efectos turbulentos de vientos equivalentes a un huracán de categoría 4.
El túnel cuenta con dos secciones de prueba; la primera con dos mesas giratorias separadas entre sí por 14 metros, en las cuales se colocan modelos y proyectos arquitectónicos, al girar las mesas simulan distintas direcciones de viento; y en la segunda sección se realizan pruebas a menor velocidad. El laboratorio está considerado entre los 10 túneles de viento de mayor capacidad en el mundo.
Antes de tener este laboratorio en México, las pruebas se realizaban principalmente en Estados Unidos y Canadá, lo que implicaba costos adicionales. El túnel brindará un servicio integral en el país y estará abierto para el uso de instituciones públicas y privadas, tanto nacionales como de Centro y Sudamérica.
El proyecto fue desarrollado con la asesoría de la empresa canadiense Aiolos Engineering, especializada en este tipo de sistemas e instalaciones y con la aportación de recursos económicos y en especie del CONACYT, Grupo ICA, CEMEX y CONiiSA.
Este laboratorio es un logro en innovación tecnológica que busca dar un paso adelante en investigación en temas de infraestructura social, teniendo como fondo la prevención de desastres que asegura la durabilidad y resistencia de las construcciones. Además de ofrecer oportunidades a distintos organismos de todos los sectores incluyendo los no gubernamentales, para permitir su desarrollo y con ello garantizar la seguridad y progreso de los proyectos arquitectónicos.
