Con 12 hectáreas de tierra en las planicies costeras de Carolina del Norte, Graham Boyd es uno de los cada vez más pocos agricultores de Estados Unidos que cultivan una planta que parece tender a desaparecer aquí: el tabaco.
Con la promulgación de la más agresiva ley federal para regular la producción y comercialización de cigarros y los subproductos del tabaco en la historia de Estados Unidos, firmada el lunes pasado, los agricultores como Boyd aguardan expectantes el efecto que tendrá en la demanda de sus hojas.
«Los agricultores aquí tienen mucha precaución ante el incremento en las regulaciones», dijo Boyd desde su granja en el pueblo de Pinetown, de mil 700 habitantes, en el corazón tabacalero del sur estadounidense.
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