Aún cuando en una primera lectura la respuesta podría parecer evidente, lo cierto es que las mujeres que logran colocarse en profesiones tradicionalmente asociadas a los hombres como la ingeniería, la ciencia y la milicia con frecuencia están rodeadas de estereotipos. Una imagen considerada poco femenina o descuidada, una orientación homosexual y otros prejuicios no sólo llegan a estar presentes en la vida de quienes se desarrollan en estas industrias, sino que incluso dañan la percepción que las niñas tienen sobre ellas y pueden afectar sus aspiraciones.
Para las mujeres en la industria de la tecnología, estos estereotipos han ido algunos pasos más lejos. Las preguntas que reciben en medio de una conversación casi siempre van orientadas a qué se siente desarrollarse en una industria dominada por hombres, cuáles son las terribles historias de sexismo que han experimentado y cómo fue que decidieron tomar ese camino. En contadas ocasiones las personas recuerdan preguntar por sus éxitos profesionales o se interesan por sus nuevos proyectos. Es decir, incluso lo que podría parecer un esfuerzo a favor de la equidad de género, está plagado de sexismo.
Es gracias a ello que surge el proyecto Wogrammer, en el que Quartz decidió entrevistar a mujeres dedicadas a la ingeniería con el fin de mostrar sus éxitos. «Cuantas más voces auténticas de ingenieras reales podamos compartir, mayor es la esperanza de romper con los estereotipos y centrarse en los logros técnicos de las mujeres», se lee en su blog corporativo.
Dentro de las entrevistas realizadas destaca Kaya Thomas, una estudiante de segundo año en Ciencias de la Computación en Dartmouth que se inspiró para aprender código después de escuchar una charla de Kimberly Bryant dentro de la organización Black Girls Code. Fue a la Codeacademy y aprendió por sí misma el lenguaje de programación para construir la aplicación We Read Too, que se utiliza en iOS para exponer más de 300 libros escritos por autores de color.
La aplicación ha recibido criticas muy favorables de educadores y padres de familia, mientras que Thomas ha sido honrada recientemente nada menos que por Michelle Obama en el marco del evento #BlackGirlsRock.
Melissa Halfon se asoció con Alexandra Diracles con el objetivo de crear un espacio donde los niños pueden aprender código de programación y crear arte al mismo tiempo. Fue así como generaron VidCode, una aplicación web que enseña JavaScript mediante la creación de filtros de video.
Cuando Ilona Bodnar era una estudiante de secundaria en Piedmont High School que buscaba conocer el funcionamiento de los ordenadores, por lo que aprendió Python y JavaScript por sí misma a través de Codeacademy. Para difundir estos conocimientos, fundó Challenge Club Technovation en su tercer año y enseñó a un grupo de diez chicas a construir aplicaciones móviles.
En su primer año de residencia Ayna Agarwal fundó She++ en conjunto con su compañera de Stanford Ellora Israni. Posteriormente, se dieron cuenta de que no había modelos a seguir en informática para las mujeres.
She++ comenzó como un foro de modelos a seguir y desde entonces ha logrado convertirse en una organización internacional que produce contenido audiovisual y alberga una gala anual para ayudar a involucrar mujeres jóvenes en el mundo de la tecnología.
A lo largo de su carrera, Leah McGowen-Hare ha formado a más de 13,500 desarrolladores en Apex, un lenguaje de programación inflexible para la web. Además, trabaja como voluntaria en Black Girls Code transmitiendo a las niñas conocimientos en programación y robótica.