Mientras los ojos del mundo se encuentran puestos en lo que probablemente sea el mayor caso de corrupción en la historia de los deportes, Blatter renuncia a su posición, aunque pasará un tiempo más al frente de la FIFA; la Interpol coloca a algunos miembros del organismo en su lista de los más buscados y el acontecimiento arroja algo de luz sobre las condiciones laborales que viven diariamente quienes trabajan para hacer posible la próxima Copa del Mundo en Catar.
Australia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos quedaron fuera de la carrera por albergar este prestigioso torneo que tiene lugar cada 4 años, cuando Catar fue seleccionado en 2010; decidir a favor de una nación sin historia de fútbol y ningún fundamento arquitectónico para hacer frente a las necesidades del mundial parecía entonces una elección incluyente y adecuada, pero las cosas no han salido muy bien hasta ahora.
Migrantes desempleados en Nepal, India, Sri Lanka y Bangladech, entre otros, fueron a Catar en busca de trabajo y dinero, pero en su lugar, se encontraron con agotadoras jornadas rodeados de un calor implacable. En mayor de 2014, el gobierno de Catar encargó un informe en el que se detalla que casi mil trabajadores han perdido la vida durante sus actividades laborales.
Por su parte, un reporte realizado por The Guardian reveló que los trabajadores de Nepal, que constituyen un alto porcentaje de quienes colaboran en los estadios, murieron a razón de casi uno por día, algunos de los más jóvenes como consecuencia de ataques cardiacos. La investigación, también arrojó que muchos de ellos no han recibido una remuneración puntual y algunos incluso han sido despojados de sus identificaciones.
Aproximadamente 1.5 millones de trabajadores serán clave para la construcción de la infraestructura necesaria para la realización de la Copa del Mundo, aunque de acuerdo con Amnistía Internacional, la FIFA, en su papel de organismo regulador del fútbol en el mundo, no ha demostrado ningún tipo de compromiso para asegurarse de que el mundial no sea construido sobre una base de explotación y abuso.
Sarah Leah Whitson, directora para Oriente Medio de Human Rights Watch, aseguró que «el Gobierno tiene que asegurar que los estadios de última generación y con tecnología punta que está planeando construir para los seguidores de la Copa Mundial no se construyan a costa del maltrato y la explotación de trabajadores».
Según información de la organización Human Rights Watch, Qatar tiene una de las leyes de patrocinio más restrictivas de la región del Golfo Pérsico, ya que los trabajadores no pueden cambiar de trabajo sin el permiso de sus empleadores y necesitan que el empleador que los patrocina firme un “permiso de salida” antes de que puedan abandonar el país. Además, las leyes cataríes prohíben que los trabajadores migrantes formen sindicatos o se declaren en huelga, a pesar de que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la libertad de asociación es un derecho fundamental.
Mientras se levantan cuestionamientos acerca del proceso de candidaturas en el que a Rusia también le fue entregado el torneo de 2018, tanto Catar como la FIFA son presionados para responder a las acusaciones de abuso hacia los trabajadores inmigrantes, aunque el informe de Anmistía Internacional asegura que el organismo no ha sido capaz de brindar la supervisión necesaria para asegurarse de que el gobierno mantenga su promesa de mejorar las condiciones laborales y legislar contra el trabajo forzado.
“Los trabajadores que construyen estadios no se beneficiarán de la promesa general de Qatar de poner fin al sistema de patrocinio: necesitan que esto suceda antes de que empiecen a trabajar para el campeonato de la FIFA”, aseguró Whitson.
