¿Qué es el dopaje para un deportista? “Un punto final, un suicidio personal y deportivo después de entrenar años y años como un burro”, ésa es la definición que la ex nadadora española María Fuster dio, luego de ser nombrada miembro del Comité de Deportistas de la Agencia Mundial Antidopaje.
Es eso y mucho más. Lo saben personajes como el ex ciclista Lance Armstrong, otrora leyenda deportiva que se vino a menos tras confesar que casi toda su carrera tuvo que doparse para ganar, para adjudicarse los siete títulos del Tour de Francia que posteriormente le fueron retirados.
O también Alberto Contador, Tyson Gay, Ben Johnson, Marion Jones… Apenas hace unos días, el famoso atleta británico Mo Farah, que si bien no fue acusado de dopaje como tal, al menos se le señaló por no haberse presentado a los controles.
Incluso Bjarne Riis, antiguo ganador del Tour de Francia (1996) y mánager del equipo Saxo, aseguró que sabía que existía dopaje en su equipo, pero no actuó para impedirlo, según un informe de la autoridad antidopaje y del Comité Olímpico Nacional de Dinamarca.
Vivir bajo la sombra del dopaje ha arruinado cientos de carrera deportivas. Y es que estar envuelto en un escándalo de este tipo es, para muchos atletas, una pérdida importante en el valor de su imagen.
Para algunos expertos, el costo de los escándalos para los atletas a veces es muy alto, pues en ocasiones incluye pérdidas en sus ingresos, en sus patrocinios, costos personales y que los consumidores ya no quieran adquirir sus marcas.
De acuerdo con el reporte “Effects of Doping Behaviour on Brand Image in Australian Sport”, de LayPeng Tan, del departamento de Marketing y Management de la Universidad de Sidney, cuando un atleta se ve inmiscuido en un escándalo de dopaje, su valor disminuye y la reacción negativa de sus seguidores es muy fuerte, de tal suerte que ellos mismos se ven envueltos por un sentimiento de traición que les hace alejarse de todo lo que esté relacionado con tal atleta, haciendo que éste pierda peso en su imagen ante sus fans y sus patrocinadores.
Eso fue lo que sucedió con el estadounidense Lance Armstrong, a quien tras su revelación en enero del 2013, la firma estadounidense Nike, la cervecera Anheuser-Busch, la fabricante de bicicletas Trek, las bebidas energéticas FRS, la cadena nacional de gimnasios 24 Hour Fitness y la empresa de equipamiento de ciclismo Giro abandonaron por haber confesado que se dopó prácticamente durante toda su carrera.
“El éxito y el reconocimiento, tantas veces anhelados por los deportistas profesionales, no se pueden conseguir a cualquier precio, ello conlleva una gran responsabilidad”, declaró Javier Zamora Saborit, consultor de Marketing y Desarrollo de Productos en Oidea Comunicación, empresa española.
El especialista destacó que la manera en que los deportistas construyen una marca está determinada por sus acciones tanto dentro como fuera del deporte.
“Todo deportista tiene una marca personal basada en valores reales que debe mostrar y que están por encima del éxito deportivo o el interés mediático”, precisó Javier Zamora.
Matt Shank y Stephanie Hughes, en su estudio “Defending Scandal in Sports: Media and Corporate Sponsor Perspectives”, aseguran que el costo de los escándalos en los atletas es muy alto, pues incluye pérdidas en sus ingresos, costos personales, pérdida de patrocinios y evita que los seguidores quieran “consumir su marca” por lo que se ven abandonados por sus seguidores.
En tanto, Alberto Yelmo, docente en estrategias antidopaje en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos de España, aseguró que “las consecuencias legales del dopaje son duras para el deportista, pero el daño sobre su imagen de marca puede ser irreversible”. En efecto, así es.
Fuente: El Economista