Fidencio Gutiérrez tiene manos callosas y un rostro curtido por el Sol a lo largo de 17 años de trabajo en la construcción de casas. Empezó como adobero, mezclando tierra barrosa con paja para hacer los tabiques de tierra cruda con los que antaño se construían las casas en su natal Piedra Grande, una ranchería asentada en las faldas de la Sierra Las Cruces, a las afuera de Huixquilucan, Estado de México.
Ahora se dedica a enseñar técnicas de construcción de casas con materiales locales y tecnologías que reducen el impacto ecológico de las construcciones.
Su técnica parece ir a contracorriente: se trata de utilizar la menor cantidad de cemento posible. Desde estas laderas, el Centro Educativo para el Desarrollo Rural (CEDER), capacita las personas para construir sus casas de manera diferente de como se hace en la zona metropolitana del Valle de México.
«Sí es posible construir una casa sin cemento», sostiene Margarita Barney, líder del Grupo para Promover la Educación y el Desarrollo Sustentable, una asociación civil que tiene centros para apropiación de tecnologías sustentables en Piedra Grande, y en Oaxaca.
Entre su oferta de cursos destaca el Taller de Bioconstrucción, en donde se capacita sobre la utilización de materiales naturales para la construcción de casas sustentables.
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