El cambio climático es un fenómeno que se ha convertido en una prioridad a la mira de decenas de activistas y científicos en todo el planeta. Esta preocupación ha llevado a un total de 36 Premios Nobel a demandar una mayor protección al medio ambiente ante la Organización de las Naciones Unidas el pasado mes de julio, uniéndose a una larga lista de personas que de forma pública o anónima enfrentan todos los días la lucha por la conservación.
De acuerdo con información reciente de Enviromental News, en 2013 el hielo del Ártico se incrementó en lugar de derretirse, como habían predicho múltiples modelos de cambio climático. Dicha alteración ha funcionado como argumento de muchos escépticos en su búsqueda para desmentir esta teoría, sin embargo antes de hacerlo hay muchos otros factores para considerar.
Una investigación publicada recientemente en la revista Nature y dirigida por investigadores del University College de Londres determinó que en 2013 hielo ártico se incrementó alrededor de un 33% de su tamaño, crecimiento que compensa la caída del 14% ocurrida entre 2010 y 2012.
Aunque esta información podría parecer alentadora si consideramos que el hielo marino debería estar derritiéndose, esta teoría está lejos de demostrar que el cambio climático es un mito o que comienza a revertirse y para entenderlo es necesario ver la imagen en su totalidad.
El estudio utiliza los datos recogidos por el satélite Cryosat de la Agencia Espacial Europea, y ha permitido a los científicos acumular más de 88 millones de mediciones de esta zona.
El incremento de los niveles de hielo en el Ártico están muy lejos de restaurar el tamaño observado en la década de 1970, cuando de acuerdo con estimaciones de los expertos, eran un 40% más altos que ahora y constituyen también la tercera lectura más baja desde que el satélite Cryosat fue lanzado al espacio con este objetivo en 2010.
En pocas palabras, durante 2013 el planeta presentó un verano relativamente frío que permitió un modesto resurgimiento del hielo y menos días de calor en los que éste pudo derretirse con facilidad. Estas alteraciones, consecuencia del mismo cambio climático no permanecieron intactas durante 2014, pero persistieron de forma significativa.
Los investigadores han encontrado que la conservación del hielo del Ártico podría depender más de las temperaturas de verano que las de invierno, por lo que al subir la temperatura global, la posibilidad de renovación tiende a disminuir.