«Acabar con la pobreza en todas sus formas en todas partes». Nadie estará en desacuerdo en que lograr este objetivo es no solo deseable sino necesario y urgente. Es por eso que no sorprende que sea el primero de los Objetivos de Desarrollo Sustentable anunciados recientemente. Sin embargo, que algo sea deseable, necesario y urgente no quiere decir que sea posible, menos aún si se establece un marco de tiempo muy reducido.
¿Es posible acabar con la pobreza para 2030? Según Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam International, la respuesta es sí, pero para lograrlo se tendrán que dar una serie de condiciones muy específicas, que requerirán cambiar la forma de pensar de empresas, gobiernos y OSC. Aquí las tres que ella menciona, escribiendo para el sitio web del Foro Económico Mundial:
1. Ser políticos en la implementación:
Para tener éxito y lograr las metas será necesario retar al poder y a los intereses personales. Los gobiernos tendrán que estar preparados para enfrentarse a quienes ganan dinero por mantener las emisiones de carbono globales y a las elites que se benefician de un mundo poco equitativo. Por su parte, la sociedad civil debe tener la habilidad de pedirle cuentas a los gobiernos respecto a estos temas.
2. Cambios en el control de los recursos:
Los gobiernos pobres tendrán la responsabilidad de cambiar la prioridad de sus políticas y de sus fondos, entre otras cosas. Pero hay que pensar también en la hipocresía de los gobiernos más ricos, que quieren compartir la responsabilidad pero no el poder y control de los recursos que los países con menos dinero necesitarán. Por ejemplo, es necesario reformar las reglas globales de impuestos para así evitar que unos 100 billones de dólares al año se escapen de las arcas de las naciones en desarrollo.
3. Comprender que el financiamiento del sector privado no es magia:
El financiamiento privado se necesita, lo mismo que la disposición de las empresas para involucrarse en los Objetivos de Desarrollo Sustentable. Sin embargo, hasta ahora, no se ha logrado que los proyectos público-privados trabajen para el interés del público, protejan los derechos de las personas o sirvan a las necesidades de las comunidades.
Es peligroso continuar sin asegurar estos puntos, como lo demuestra la investigación de Oxfam sobre el hospital Queen Mamohato Memorial en Lesoto, que fue construido bajo una alianza entre el gobierno y el sector privado y que ha resultado en que el ministerio de salud de ese país está atrapado en un contrato a 18 años que consume una gran parte de su presupuesto. Esto significa un preocupante desvío de los pocos recursos públicos que se destinan a la salud en áreas rurales, donde vive más de tres cuartas partes de la población.