Tanto para quienes recién se han integrado al mercado laboral, como para algunas de las personas que llevan algún tiempo desarrollándose profesionalmente, es muy común pensar que para tener éxito en el mundo corporativo es necesario prácticamente aislarse del mundo y concentrarse en realizar de forma casi perfecta cada una de las actividades que les han sido asignadas.
Sin embargo, a pesar de la popularidad de esta idea, se trata probablemente de uno de los peores errores que los profesionistas pueden cometer dentro y fuera de su lugar de trabajo; sobre todo si esperan llegar algún día a ocupar puestos de liderazgo y convertirse en jefes responsables que impulsen el desarrollo de sus colaboradores.
Para lograr esta última misión, es necesario establecer vínculos personales con otros miembros del equipo, a fin de conocer sus necesidades e inquietudes, identificando que preocupaciones comparten y qué iniciativas pueden proponer para resolverlas.
Desde luego, esto no es un llamado a abandonar el informe que estas escribiendo justo ahora y organizar una fiesta con tus compañeros de equipo, o abrir todas tus redes sociales con el pretexto de hacer networking, sino simplemente a reconocer el increíble poder que tiene generar empatía con quienes comparten contigo la misión de llevar a cabo una tarea específica con el objetivo de generar crecimiento para la organización.
La clave está en ser un jugador de equipo, involucrar a tus compañeros en tus actividades diarias comentando cómo fue el día en la oficina, tal vez comiendo juntos alguna vez en la semana o durante una breve conversación de pasillo. Procura siempre interesarte por lo que acontece en su día y conócelos a profundidad para saber si existen algunas conductas o situaciones molestas para ellos; esto te permitirá evitarlas cuando estén cerca y mejorará sin duda su experiencia al trabajar contigo.
