Existen varios estudios que muestran que las mujeres pueden ser menos ambiciosas que los hombres cuando se trata de escalar puestos en el mundo corporativo. En lugar de concluir que la equidad de género en el trabajo no se logra porque ellas no tienen este deseo, es importante ir más allá para conocer las causas ocultas detrás de las estadísticas.
En un texto reciente publicado en el sitio web del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) se explica que las mujeres perciben que el camino hacia el liderazgo es demasiado estresante, lo que tiene un efecto negativo en su ambición.
A continuación, presentamos las cuatro fuentes de estrés identificadas por la organización y cómo se relacionan con estereotipos de género.
4 causas de estrés en las mujeres:
1. Ser escuchadas: las mujeres tienen que preocuparse tanto por lo que dicen como por cómo lo dicen. Es decir, se preocupan por incluir frases como «no soy una experta, pero…» o «lo siento», además de terminar sus oraciones con entonación de pregunta. Esto, para no ser vistas como «demasiado rudas».
La ironía, como señala el artículo del Foro Económico Mundial, es que al hacer esto ya no son percibidas como capaces. Algunas cifras que cita el organismo: los hombres reciben dos veces más retroalimentación positiva y 4 veces más retroalimentación de desarrollo que las mujeres. Además, es un 66% más probable que ellas reciban una recomendación de cambiar su estilo de comunicación. Todo esto agrega al estrés diario.
2. Probar la competencia: en el mundo corporativo «se asume que los grupos dominantes son competentes hasta que se demuestre lo contrario y para los grupos no dominantes se asume que son incompetentes hasta que se demuestre que sí lo son», dice el Foro Económico Mundial. Esto quiere decir que las mujeres tienen que demostrar una y otra vez que sí pueden hacer su trabajo y que, como son vigiladas de más, cuando cometen un error se confirma la idea de que son incompetentes.
3. Mentoría vs. patrocinio: según el trabajo de la profesora Herminia Ibarra, citado por el WEF, las mujeres reciben mentoría de más, pero son poco patrocinadas. La mentoría es importante para quienes se encuentran en puestos bajos o medios, pero para llegar a la cima el patrocinio se vuelve crucial, y las personas suelen patrocinar a quienes se parecen a ellas. Es decir, los hombres patrocinan a hombres, lo cual es por supuesto muy estresante.
4. Ser vista como indispensable: con frecuencia, las tareas pueden repartirse en conversaciones informales en las que las mujeres no tienen tiempo de participar porque, estadísticamente, ellas hacen más trabajo del hogar y dedican más tiempo al cuidado de los niños. Al carecer de estas oportunidades de integración, pierden valiosas oportunidades.
WEF advierte que estos causantes de estrés pueden parecer insignificantes, pero «con el tiempo se acumulan para crear una experiencia diaria para las mujeres en el trabajo que es sustancialmente distinta a la de los hombres.» Esto a su vez causa que ellas vean el «juego corporativo» como algo demasiado estresante en el que el campo de juego no es equilibrado, por lo que pierden su deseo de participar.
Para cambiar la situación las empresas pueden implementar pequeñas acciones que tendrán grandes efectos. Por ejemplo, se puede medir qué tanto hablan las personas en una junta, si hablan por encima de otros, si le dan el turno a los demás, etc. Esto causa que los jefes puedan ver con claridad quiénes interrumpen a quienes. También se puede medir quién recibe qué tareas, para después crear estrategias que hagan más equitativa la división de trabajo.