Con frecuencia se escucha que la principal causa del deterioro ambiental es que somos muchos los que habitamos el planeta. Si bien se trata de una aseveración muy simplista, no cabe duda de que el incremento de la población provoca mayores presiones sobre los recursos naturales y ha contribuido a agravar el deterioro de la naturaleza.
Pero el problema esencial no radica sólo en el número de personas, sino en el impacto que ocasionan sobre el ambiente a través de los patrones de producción y consumo de los diferentes segmentos de la sociedad, de las tecnologías aplicadas en los sistemas productivos para la satisfacción de las necesidades humanas y el desarrollo y de la forma como la población se distribuye sobre el territorio.
Falta desarrollar enfoques e indicadores que determinen los umbrales permisibles de extracción de recursos naturales y de recepción de contaminantes para mantener el funcionamiento de los ecosistemas y sus servicios ambientales.
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