Dos atletas kenianas suspendidas por cuatro años por dopaje en el mundial de 2015 dijeron que el director ejecutivo de la federación de atletismo de su país les pidió un soborno de 24.000 dólares a cada una a cambio de reducir sus sanciones.
Joy Sakari y Francisca Koki Manunga relataron a The Associated Press que el funcionario, Isaac Mwangi, solicitó el pago en una reunión el 16 de octubre, pero no pudieron conseguir el dinero. El 27 de noviembre les notificaron en un correo electrónico sobre sus sanciones, pero dijeron que no radicaron ninguna querella criminal porque no tenían pruebas para respaldar su acusación de soborno y también temían a las repercusiones.
Mwangi rechazó las acusaciones, que catalogó como “un chiste”. También negó haber haberse reunido en privado con las corredoras, e indicó que la federación de Kenia no tiene autoridad para reducir sanciones.
“Hemos escuchado las historias, de atletas que vienen a decir, ‘oh, sabes, me pidieron dinero’”, dijo Mwangi. “¿Pero existe alguna evidencia?”.
Sakari, corredora de los 400 metros, y Manunga, una vallista, dijeron a la AP que están dispuestas a testificar ante la comisión de ética de la federación internacional de atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés).
La comisión ya investiga acusaciones de que dirigentes de la federación keniana intentaron corromper los esfuerzos antidopaje en el país, solicitaron sobornos y ofrecieron a atletas reducir sanciones. La pesquisa provocó la suspensión del presidente de la federación, Isaiah Kiplagat, su vicepresidente David Okeyo y el ex tesorero Joseph Kinyua.
Sharad Rao, ex director de la fiscalía de Kenia y quien también ha adjudicado casos para el Tribunal de Arbitraje Deportivo, encabeza la investigación de la IAAF. La decisión de Sakari y Manunga de denunciar sus casos podría ser un punto importante en la pesquisa, ya que los atletas kenianos no han querido cooperar.
“Obviamente hay cierta renuencia de parte de los atletas a denunciar”, dijo Rao. “No quieren llamar la atención”.
Hasta media docena de atletas sancionados han dicho en privado a la comisión de la IAAF que dirigentes kenianos intentaron extorsionarlos y que creen que sus sanciones hubiesen sido menores de haber pagado los sobornos, señaló Rao.
La entrevista de AP con Sakari y Manunga es la primera vez que atletas kenianos han hecho las denuncias públicamente.
“Por supuesto que esa información sería muy, muy importante para nosotros”, dijo Rao.
Agregó que ha hablado al menos con otro atleta a quien podrían haberle pedido un soborno, y dijo que su prioridad es conseguir respuestas de Kiplagat, Okeyo y Kinyua. Los tres han negado haber pedido o recibido sobornos.
Sakari y Manunga, quienes trabajan como policías en Kenia, dijeron que Mwangi les pidió 2,5 millones de chelines kenianos, unos 24.000 dólares, a cada una.
“Le dije que jamás he tenido tanto dinero en mi vida”, relató Manunga a la AP. “Incluso si vendía todo, no hubiese podido reunir esa cantidad de dinero”.
Las atletas arrojaron positivo en agosto a furosemida, un diurético prohibido porque puede ocultar el uso de otras sustancias para mejorar el rendimiento, y fueron enviadas de vuelta a sus casas desde Beijing. Dijeron a la AP que compraron la droga en Nairobi a un químico, que les dijo que aliviaría los efectos secundarios de suplementos que utilizaban. El químico testificó en la defensa de las atletas ante la federación nacional, al señalar que les dio furosemida para combatir la retención de agua que sufrían por el suplemento.
Comparado con otros casos de dopaje, sus sanciones de cuatro años parecen rígidas. La Agencia Mundial Antidopaje clasifica a furosemida como una “sustancia específica”, y la diferencia de otros fármacos para mejorar el rendimiento como esteroides o EPO.
Para ese tipo de sustancias, el reglamento de la IAAF estipula sanciones de no más de dos años, o incluso sólo un regaño sin sanción, si los atletas pueden demostrar que no tuvieron la culpa.
Para imponer la sanción de cuatro años, el reglamento requiere que se pruebe que los atletas trataron de hacer trama a propósito. Pero la federación keniana parece no haber tomado en cuenta el testimonio del químico. En la carta enviada a Manunga en la que le anuncian el castigo, la federación dijo que no había una “explicación razonable” para utilizar furosemida, y que la federación “sólo puede asumir” que lo hizo internacionalmente para ocultar otro fármaco.
Fuente: sinembargo.mx