Las nuevas tecnologías, la cultura de la inmediatez y el descarte, así como el acelerado ritmo de vida actual han hecho del manejo del estrés uno de los más importantes desafíos del siglo XXI. Tanto es así que decenas de compañías, preocupadas por la salud de sus colaboradores, han implementado iniciativas que les ayuden a mantener el equilibrio entre su vida personal y laboral, incrementen su satisfacción laboral y reduzcan los síntomas relacionados con el síndrome de burnout y otros padecimientos similares.
Aún así, de acuerdo con la American Psychological Association, dos tercios de los estadounidenses identifican el trabajo como fuente principal de estrés en sus vidas y el 30% de ellos califica como extremos sus niveles del mismo. Para el psicólogo Robert Maurer la razón de que estos esfuerzos parezcan no erradicar el problema en absoluto es muy sencilla: el estrés no existe.
De acuerdo con un artículo reciente publicado por Maurer en el portal Fast Company, la respiración superficial, tensión muscular, dolor de cuello y espalda, la dificultad para dormir y la pérdida de interés en placeres habituales generalmente relacionadas con el estrés, también se encuentran íntimamente relacionados con una sensación que todos hemos experimentado, pero a la que preferimos prestar poca atención: el miedo.
El experto ha estudiado este tema por los últimos veinte años, centrándose principalmente en los hábitos de grandes CEO y personas exitosas, concluyendo que, si bien estos individuos experimentan estrés, no lo hacen de la misma forma que el resto de las personas. En realidad ni siquiera lo definen como tal, ya que por lo general sustituyen esta palabra con «presión» o «incertidumbre».
¿Por qué estas personas prefieren la palabra «miedo» al término «estrés»? De acuerdo con el experto, las personas de éxito asumen que cada vez que están haciendo algo importante es normal experimentar miedo, y tienen razón; cada especie de animales ha desarrollado un importante sistema de respuesta ante el miedo, en el caso de los seres humanos, particularmente de los líderes, esta respuesta parece ser hallada en el apoyo de un equipo de trabajo.
Esta respuesta es similar a la de un niño que, tras una pesadilla nocturna, corre a la cama de sus padres en busca de aliviar su temor. Estudios con adultos han encontrado que este impulso permanece durante etapas posteriores de la vida humana. Pedir ayuda a otros ayuda a reducir la ansiedad, incrementar la longevidad y es esencial para mejorar el rendimiento individual y colectivo de un equipo de trabajo.
De ahí la importancia de que las organizaciones promuevan la comunicación entre miembros de distintos departamentos y el trabajo colaborativo en un ambiente de confianza y respeto que incentive la retroalimentación y a su vez permita a sus colaboradores despojarse de sus miedos y preocupaciones encontrando apoyo en sus compañeros de trabajo.
Las relaciones entre colaboradores pueden ayudar a dispersar el miedo en toda la organización y evitan que los individuos lidien con esa carga de manera aislada, protegiendo su salud emocional, mental e incluso física, ya que este ambiente de trabajo genera una sensación de seguridad que contribuye a su vez al desarrollo de nuevas habilidades y la erradicación de los episodios de miedo que obstaculizan la creatividad.
Muy buen artículo, os felicito y envío un saludo afectuoso.
Fascinante un maravilloso art. De gran ayuda para aquellos que deseamos informarnos sobre este tema controversial