Un nuevo informe de Save the Children revela que las bombas de barril, los ataques aéreos y los bombardeos son los principales problemas a los que se enfrentan las niñas y los niños que viven en las zonas sitiadas de Siria. Madres y padres son testigos del horror de la vida de sus familias en estado de sitio, no solo debido al impacto psicológico que producen las explosiones en las niñas y los niños aterrorizados, sino por las terribles consecuencias de la carencia de alimentos, de atención de salud básica y de agua potable.
Más de 125 madres, padres, niñas y niños que viven en condiciones de sitio fueron entrevistados por 22 grupos focales para la elaboración del informe «La infancia bajo asedio» que se publica hoy 9 de Marzo antes de que se cumpla el 5° aniversario del inicio de la guerra en Siria. En todos los grupos entrevistados, las niñas y los niños afirmaron que vivían con miedo permanente a sufrir un ataque, y las madres y los padres dijeron que la actitud de sus hijos había cambiado y se había vuelto más introvertida, agresiva o deprimida.
Su testimonio presenta una imagen desoladora de la vida cotidiana en las ciudades sitiadas de Siria. El personal de salud informa de médicos que operan a la luz de las velas, de medicinas que se acaban y de bebés enfermos que mueren en los puestos de control. Las niñas y los niños se ven obligados a comer hojas hervidas y forraje para animales en su única comida diaria, y a veces los veterinarios y dentistas son los únicos profesionales médicos disponibles para tratar a las personas. Los docentes hablan de escuelas que se instalan en subterráneos para proteger al alumnado de las bombas. Los francotiradores disparan a quienes intentan escapar.
«El miedo ha tomado el control de la situación. Ahora, las niñas y los niños esperan su turno para que los maten. Incluso las personas adultas ya no esperan más que su turno para morir», afirmó Rihab*, una madre de la zona este de Guta.
Los ataques parecen haber empeorado en los últimos seis meses. Entre los ataques se incluye el bombardeo de un parque infantil en Al-Wa’er en septiembre mientras un grupo de niñas y niños estaban jugando, así como ataques aéreos que causaron la muerte a 29 de ellos en la zona este de Guta, en tan solo dos semanas de diciembre.
Hassan*, un padre de Deir Ezzor, afirmó: «Durante el bombardeo, las niñas y los niños se fueron asustando cada vez más. Los míos estaban tan asustados… También vi a cuatro niñas y niños alcanzados por el bombardeo. Fue muy trágico. Ni siquiera podía mirar lo que estaba pasando. Algunos perdieron las extremidades».
Anas*, un muchacho de la zona este de Guta, contó: «Los días se parecen unos a otros —lo único nuevo que ocurre es cuando llega otro bombardeo—. Nos hemos adaptado [a vivir bajo sitio], pero los bombardeos nos siguen asustando mucho y no logramos acostumbrarnos a ellos».
Los grupos focales, que se llevaron a cabo este año en ocho zonas sitiadas, reflejan un panorama de terrible sufrimiento e injusticia. Además del temor constante a que se produzca un ataque, la investigación constató una carencia generalizada de alimentos, de agua potable, de medicamentos y de atención médica, que tiene consecuencias mortales. En los grupos focales, se observó lo siguiente:
- En todos los grupos focales de personas adultas excepto en uno (16 de un total de 17) se informó de niñas y niños de la comunidad que habían muerto por falta de medicamentos o de acceso a atención médica.
- En todos los grupos, las personas entrevistadas dijeron que habían tenido que reducir el número de comidas por día al menos a la mitad.
- En cuatro grupos, las personas afirmaron que habían muerto niñas y niños por desnutrición y causas relacionadas con el hambre.
A pesar de que desde 2014 el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado seis resoluciones pidiendo el libre acceso a la asistencia humanitaria en Siria —una resolución cada cuatro meses—, la cantidad de personas que viven en zonas sitiadas ha aumentado más del doble en el último año. Los recientes esfuerzos para hacer llegar ayuda a algunas de las zonas más castigadas son bien recibidos, pero no se ha logrado suministrar más que una mínima parte de lo que se necesita. Sigue sin permitirse transportar en los convoyes algunos medicamentos esenciales, combustible y alimentos de alto valor nutricional, y continúa sin permitirse la salida de personas para recibir tratamiento médico. Mientras no se logre pleno acceso a la zona, no es posible garantizar que la ayuda llegue a las personas que más lo necesitan.
Maripina Menéndez, CEO de Save the Children en México afirmó: «Las niñas y los niños están muriendo por falta de alimentos y medicinas en lugares de Siria que se encuentran a pocos kilómetros de almacenes en los que se amontona la ayuda.
Las niñas y los niños están pagando el precio de la inacción del mundo. Las personas que residen en la zona donde se llevaron a cabo las entrevistas para el presente informe nos hablaron de bebés enfermos que mueren en los puestos de control, de veterinarios que atienden a apersonas, de niñas y niños obligados a comer hojas o forraje para animales, escondidos en sótanos para protegerse de los ataques aéreos. Ya basta. Después de casi cinco años de conflicto en Siria, es hora de acabar con los asedios».
La responsabilidad primordial del sufrimiento de las niñas y los niños de Siria recae en las partes en conflicto. Save the Children les insta a que pongan fin a los asedios, a que permitan de modo inmediato el acceso permanente y sin restricciones a la ayuda humanitaria en todas las zonas y a que pongan fin a los ataques contra escuelas, hospitales y otras infraestructuras civiles esenciales.
La comunidad internacional no ha logrado acabar con el sufrimiento de las niñas y los niños sitiados en Siria. Debe hacer mucho más para que las partes implicadas rindan cuentas, se garantice el pleno y libre acceso de la ayuda humanitaria y se evite utilizar esta ayuda como moneda de cambio para las negociaciones políticas.
Comunicado de Prensa