Los productos de limpieza del hogar suelen incluir ingredientes cuestionables no solo para el ambiente sino para la salud familiar. En los últimos años, ha crecido el número de empresas que opta por fórmulas más naturales e incluso las que basan todo su modelo de negocio en sus productos «verdes». Una de ellas es The Honest Company, creada por la actriz Jessica Alba.
Esta compañía fue fundada específicamente para ofrecer productos orgánicos y no tóxicos, un tema del que Alba tomó conciencia al ser mamá por primera vez. Desde entonces, la marca ha sido elogiada por su capacidad de interesar al público en temas responsables mediante su empaque y marketing enfocado en la familia.
Sin embargo, no todo en el camino ha sido fácil. El año pasado, The Honest Company fue demandada por el etiquetado de su bloqueador. El demandante aseguraba que el producto no solo no era efectivo sino que mentía al llamarse «natural.»
Esta semana, el tema del etiquetado salió a la luz de nuevo, ya que, según reporta Fortune, The Wall Street Journal (WSJ) realizó dos pruebas de laboratorio independientes al detergente para ropa de la compañía, y ambos resultados positivos para lauril sulfato de sodio (SLES), un elemento que The Honest Company promete no utilizar.
Si alguna ves, aburrido, has leído los ingredientes de algún producto de limpieza, sin duda el nombre te será conocido: el SLES es utilizado en detergentes, pastas de dientes, shampoos y jabones para manos. Sin embargo, también ha sido considerado peligroso por organizaciones como Environmental Working Group.
La marca le dijo al WSJ que en sus propios estudios no encontraron SLES y que como sustituto utiliza coco sulfato de sodio. Por su parte, el mismo Environmental Working Group, éste último producto de hecho contiene SLES.
Al final del día, es poco probable que el SLES en tan pocas cantidades cause algún daño a los usuarios, pero este tema plantea preguntas interesantes respecto a si las marcas que se autodenominan verdes tienen una responsabilidad aún mayor ante sus consumidores, además de recordar que las etiquetas como «natural» o «hecho con plantas» son poco reguladas y los consumidores pueden sentirse defraudados al descubrir que sus compras contienen ingredientes sintéticos.