Cuando Bárbara Bibi Wetzel nació, en diciembre de 2003, los doctores le dijeron a su madre Mónica Aguilar que su hija padecía de hipotonía, un trastorno que debilita el tono muscular. Le explicaron que era un padecimiento común en los niños con síndrome de Down como Bibi y le recomendaron llevarla a terapia física para ayudarle a desarrollar sus músculos y motricidad. “El problema es que una vez que comenzó a caminar, la terapia terminó”, comenta Aguilar a Verne vía telefónica. “Me dijeron que lo demás, correr, saltar, o hacer otras cosas, lo aprendería con el tiempo. No quise dejarlo a la suerte”.
Por eso, Aguilar inscribió a su hija a clases de gimnasia y ballet desde los tres años de edad. “No duró mucho en el ballet porque cuando estaba en la barra lo único que quería era dar vueltas sobre ella», comenta. «Los maestros me dijeron que esa era señal de que prefería la gimnasia. Desde entonces, puedo contar con las manos los días que no ha querido ir a clase”.
Eso no significa que los ejercicios gimnásticos sean fáciles para Bibi. Aguilar explica: “Lo más básico le cuesta mucho trabajo. Le tomó año y medio pararse de manos ella porque le daba mucho miedo a rasparse las rodillas contra la pared o a golpearse si perdía el equilibrio. Pero buscamos alternativas, colocamos una colchoneta en la pared, le ayudamos a intentar la cosas una y otra vez hasta que se cansa, y así es como ella ha avanzado mucho”.
Bibi, residente de Coatzacoalcos (Veracruz), comenzó a participar en competencias regionales desde los cinco años. “Competía con niñas regulares y le iba bien, pero cuando perdía se enojaba, siempre quería ganar», dice Aguilar. «Por eso, los entrenadores la mantenían en un mismo nivel para que siempre ganara y no afectará su autoestima. Les dije que no lo hicieran porque no quería que se estancara. Como todos, ella aprende por imitación, quería que aprendiera de las niñas más avanzadas”.
A los nueve años, en 2013, ganó una medalla de oro por su rutina de piso en el torneo nacional Copa Allianz-Gilling en Cancún. Ahí, Aguilar se dio cuenta que algo había cambiado en su hija. “Cuando participaba en las competencias a los 6 o 7 años, siempre cerraba los ojos, porque tenía un pánico escénico tremendo”, dice. “A los nueve años se transformó completamente, demostraba mucha confianza. Fue cuando supe que estaba lista para un torneo internacional”.
Durante un año, Bibi se preparó para el Campeonato Mundial del Down Syndrome International Gymnastics Organization, celebrado en Italia en noviembre de 2015. Como lo hace ahora, la niña entrenó siete horas de lunes a viernes y tres horas en sábados y domingos. El resultado: tres medallas de oro y el título de campeona mundial en la categoría junior.
Unos meses después, en abril, la organización de Olimpiadas Especiales la invitó a participar en su comercial del Día del Padre. El video, publicado el 14 de junio en la cuenta de Facebook de la organización, registra más de 250.000 reproducciones en dos semanas. Abajo puedes ver una versión subtitulada al español.
La próxima competencia de Bibi será en los Juegos Trisome, el principal campeonato mundial atlético de personas con síndrome de Down, que comenzará el 15 de julio en Florencia. La familia de la mexicana ha tenido que recaudar fondos para viajar y participar en la competencia. «Mucha gente se ha sumado de todos lados: Estados Unidos y Monterrey, de Coatzacoalcos ni se diga», comenta Aguilar. La familia requiere aproximadamente 240.000 pesos para cubrir los gastos, hasta el 30 de junio habían recaudado 148.000 pesos.
Bibi competirá de forma individual y no como parte una delegación mexicana porque aún no pertenece a la Federación Mexicana de Deportistas Especiales. “Ya solicitamos su inscripción, pero todavía no ha sido posible concretar una fecha para que la Federación le realice una evaluación y faltan pocos días para la competencia”, comenta Aguilar.
Al respecto, Juan Navarrete, director de la Federación dice a Verne vía telefónica: “Estamos en la mejor disposición para que ella obtenga el registro. Pero necesitamos que las cosas se hagan con mucha anticipación. Nos gustaría reunirnos con la Sra. Aguilar en un futuro para charlar sobre los requisitos para el registro”.
Bibi dice a Verne vía telefónica que se siente orgullosa y emocionada por competir en Florencia. La categoría que más le gusta en la gimnasia es el piso pero también le gustan mucho los aparatos. Cuando no está entrenando, le gusta ir con sus amigas al bungee (trampolín con ligas) y a las parrilladas, porque la carne asada es una de sus comidas favoritas.
Aguilar dice que no tiene un plan específico para el futuro de su hija. “Ella es la que decidirá en quién quiere convertirse. Para mí, ella puede llegar hasta la ONU si se lo propone. Cuando era chiquita me decían que no me preocupara si nunca lograba saltar en una pierna, que la mayoría de los niños con síndrome de Down nunca lo logran. Ahora ella puede hacer lo que la mayoría de nosotros no puede”.
Fuente: Verne