En una forma tal vez imperceptible pero de manera paulatina la empresa ha venido cambiando tanto en su concepto como en su percepción, una entidad muy diferente a como era percibida en el pasado siglo XX, y que tiene un papel significativo al menos para el presente y en el futuro.
Recordemos que desde sus inicios hasta al menos la década de los setenta su papel principal fue visto eminentemente económico, la producción de bienes o servicios tenía como finalidad principal el generar riqueza y siendo esta únicamente para los socios o accionistas; al respecto vale recordar la ya convertida en un ícono o símbolo la aseveración de Milton Friedman, cuando sentenció que la responsabilidad social de la empresa era el generar utilidad para los propietarios de la empresa. Expresión que fue considerada por muchos, como la culmine de la razón de la empresa.
Sin embargo, el concepto empresa vino transformándose viéndose esto inicialmente en cuanto a su relación con el personal. Baste recordar que durante muchos años el área encargada del personal se denominaba como “recursos humanos”, lo cual como se dijo después, se equiparaba al ser humano como un recurso más, o un factor adicional de los factores de la producción.
Posteriormente, queriéndole dar un estatus diferente y que lo separa de los mencionados factores de producción, a esta área se le comenzó a llamar “departamento de personal”, es decir, la gente que trabaja en las empresas son personas con todo lo que ello implica, entrando en su atención la ahora conocida como sicología laboral; entendiendo además que esta persona tiene derechos, objetivos y metas personales, que busca lograrlos dentro de la empresa.
Así llegamos ahora al departamento de capital humano. En al menos los pasados cincuenta años se pasó de ser un recurso a convertirse en capital, pero teniendo siempre una connotación económica. Pero en la actualidad al menos desde el pasado reciente, se ha venido entendiendo que esta capital además de requerir un ingreso monetario, necesita ser visto como una persona en todas sus dimensiones, viéndose que esa responsabilidad social que se consideraba solamente para los accionistas debe ser también para quienes trabajan en ella; luego entonces la empresa no solamente es una entidad productora de bienes y servicios, sino vista más ampliamente, es un centro social en el que acuden las personas y que conviven para realizar actividades para generar un bien o servicio.
Pero esa misma empresa, es el objetivo de cualquier estudiante que busca en ella la forma de realizarse como ser humano y como profesionista, y que en alguna forma también es ya una escuela que entrena y capacita a quienes laboran en ella.
Y en una dimensión más amplia, esa misma empresa tiene ahora la obligación de ayudar a crear una mejor sociedad, tanto en los bienes que produzca, como en su quehacer y relación con la sociedad, tiene entonces una responsabilidad social que considera lo ecológico y la sustentable, y esto es porque su crecimiento y desarrollo se lo debe a la sociedad en general.
Esta es la empresa del siglo XXI.
Seguiremos platicando …
Antonio Tamayo
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso) También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales. Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.