En la lucha contra el cambio climático y los gases de efecto invernadero, el Gobierno de Nicolás Sarkozy ha decidido emplear los impuestos. A partir de 2010, los franceses podrían tener que pagar un tributo especial por su consumo de petróleo, gas o carbón.
Pero en tiempos de crisis, la llamada Contribución Clima Energía (CCE), comúnmente conocida como Impuesto Carbono, ha suscitado una fuerte polémica, entre aquellos que la ven como una medida revolucionaria y quienes temen afecte la ya deteriorada situación financiera de los habitantes.
El Gobierno galo insiste en que la finalidad de la CCE es cambiar los hábitos de consumo, no llenar las arcas, y que el dinero percibido será redistribuido a través de medidas sociales.