JB Pritzker vive en Chicago, es empresario, inversionista y fundador de Grupo Pritzker; desde hace dos décadas se ha centrado en la construcción de ecosistemas tecnológicos en su ciudad y junto con su esposa MK dirige la Fundación de la Familia Pritzker, dirigió la campaña para construir el Museo del Holocausto y es uno de los principales promotores de una educación de calidad durante la primera infancia. Además, destina gran parte de la fortuna de su familia a causas sociales, a pesar de ello odia que lo llamen filántropo y este es el por qué.
«Cuando eres una persona que se preocupa por hacer una diferencia en el mundo y tiene recursos para hacerlo, tienes literalmente cientos de opciones entre las que podrías elegir para hacerlo» destacó el empresario en entrevista con Fast Company y agregó que la razón por la que la primera infancia resulta una causa tan atractiva es que el retorno de inversión dentro de los primeros cinco años es mayor que el de cualquier otra iniciativa filantrópica.
Hace algunos años, Pritzker se encargó de financiar una investigación nada menos que del premio Novel de Economía, James Heckman, un profesor en la Universidad de Chicago que demostró que cada dólar invertido en educación temprana tiene un valor de ocho dólares en beneficios sociales entre los que se incluyen ahorros en servicios públicos y un mejor potencial económico. El análisis de Heckman ha convertido la misión de promover el financiamiento a la educación temprana en una misión relativamente sencilla.
Cada dólar invertido en educación temprana tiene un valor de ocho dólares en beneficios sociales
El empresario asegura que una gran cantidad de filántropos no saben mucho acerca de este descubrimiento, por lo que las personas que invierten en educación lo hacen de manera tardía, es decir, cuando los estudiantes se encuentran ya avanzados en los niveles básicos de educación. «Es mejor pagar temprano que tarde en la vida de las personas», destacó.
De acuerdo con información retomada por el portal, cuando Grupo Bridgespan analizó las donaciones hechas en Estados Unidos entre 2000 y 2012, sólo el 20% de aquellas de más de 10 millones se destinaron a lo que él llama «social-change organizations», a pesar de que el 80% de los filántropos expresó interés en cambiar las prioridades de la agenda social. Por su parte el gerente de la organización Bridgespan, Devin Murphy, atribuye este fenómeno a la necesidad de recompensa pública por parte de las clases más privilegiadas.
Este mismo informe señala que solo en Estados Unidos 5.8 millones de niños entre los cero y los cinco años de edad no estarán listos para ingresar a una institución educativa, ya que carecen de las actividades cognitivas y del nivel de desarrollo físico, social y emocional necesarios para tener éxito en un entorno de aprendizaje formal. «Los niños de bajos ingresos a menudo entran al jardín de niños con una desventaja significativa en relación a sus pares, por lo que es muy difícil para ellos ponerse al día y mantenerse en ese nivel», concluye.
Pritzker está particularmente interesado en los primeros tres años de la vida de un niño, ya que es en esta etapa que se produce el 90% del desarrollo físico cerebral y las experiencias e interacción que el individuo vive con su familia tienen un carácter formativo crucial para el desarrollo de sus habilidades sociales y cognitivas.
Algunos programas ya están trabajando a favor de esta causa. La Nurse-Family Partnership, por ejemplo, se encarga de enviar enfermeras a visitar a las madres de bajos ingresos, evaluarlas y darles capacitación con el fin de reducir el comportamiento potencialmente dañino a nivel educativo; aunque Bridgespan asegura que es poco probable que este tipo de programas lleguen a extenderse a todas las familias que necesitan ayuda, ya que alcanzar el número de cuidadores necesarios para crear un impacto profundo en el país requiere una inversión demasiado elevada, por lo que se requieren esfuerzos igualmente eficaces, pero de menor costo.
Es ahí donde entra Ready for Kindergarden, que busca capacitar a los padres de familia para convertirse en los primeros profesores en la vida de sus hijos. «Sabemos que en esta modalidad, los consejos se reciben únicamente a través de mensajes de texto, pero resultan especialmente importantes cuando te conviertes en padre», señaló Murphy.
Sin embargo, para JB Pritzker todos estos esfuerzos tienen muy poco que ver con filantropía. «No me gusta el término filántropo», afirmó y señaló que durante su próxima visita a California con motivo del Silicon Valley Community Foundation, hablará sobre la importancia de invertir en la primera infancia. Así mismo destacó que hay muchos proveedores de fondos buscando una forma eficiente de hacer una diferencia en el mundo y entre las miles de oportunidades que podrían elegir, él cree que las personas en la comunidad tecnológica necesitan entender cómo la inversión temprana puede mejorar significativamente la vida de las personas.